martes, 3 de diciembre de 2013

La Salud de nuestro hábitat.

La salud de nuestro hábitat
Isabel Soto Luque


El arte ancestral de la geobiología estudia nuestras relaciones del ser humano con el hábitat, y las implicaciones que tiene en su salud, conociéndose como la “medicina del hábitat”.
Los espacios que habitamos, en los que se desarrolla la mayor parte de nuestra vida, están en constante relación con las energías de la Tierra al establecerse sobre su superficie. Las energías telúricas fluyen constantemente desde el interior y en su trayectoria atraviesan componentes físicos, o redes energéticas que alteran su calidad, afectando negativamente los puntos de salida. En la medida que permanecemos por largos períodos de tiempo expuestos a esos influjos, nuestros procesos vitales se ven perturbados.
La Geobiología, ciencia que se ocupa de la relación entre los seres vivos y las diferentes energías y vibraciones que emanan de la tierra y del cosmos, incluyendo las energías electromagnéticas, se ha desarrollado desde principios del siglo XX mediante investigaciones realizadas por científicos y médicos en distintas latitudes y tiene su base histórica en conocimientos ancestrales provenientes desde diversas culturas en las áreas de la Radiestesia, la Rabdomancia y el arte Zahorí, de descubrir lo que está oculto.
A partir del trabajo de campo en viviendas, lugares de trabajo, terrenos previa construcción, incluso en pueblos enteros y del seguimiento a numerosos casos de personas con diversas enfermedades, se ha podido constatar y documentar la relación causa-efecto entre la exposición continua a factores de alteración y diversas patologías como insomnio, jaquecas, cansancio crónico, alergias y otras enfermedades degenerativas.
La Radiestesia se define como sensibilidad a las radiaciones y es una capacidad que tenemos los seres vivos y que en nuestro caso, hemos olvidado. Seguramente, todos hemos conocido historias de alguien que sabe localizar napas de agua en el campo; este es un ejemplo práctico de ese conocimiento.
La explicación y los efectos
La Tierra está inmersa en el universo y recibe radiaciones cósmicas provenientes del sol y de otras estrellas. Radiaciones infrarrojas, ultravioletas y luz solar, que son un requisito fundamental para que exista la vida.
Ella a su vez, posee un campo de líneas de fuerza que surgen desde el polo sur hacia el polo norte, el campo magnético terrestre, cuya presencia es necesaria para que se desarrolle la vida en el planeta, ya que la estructura biológica de los seres vivos interactúa con este, siendo nuestro sistema nervioso vegetativo interdependiente de su intensidad. Por ello, las alteraciones de este campo afectan la salud de seres humanos, plantas y animales. Los efectos se producen a lo largo del tiempo, luego de exposiciones prolongadas. Por ello es importante que los lugares de permanencia, nuestra cama, nuestro lugar de trabajo, o de descanso, estén libres de perturbaciones. Particularmente importante es la cama, donde permanecemos al menos un tercio de nuestra vida, porque el proceso de regeneración celular, se realiza diariamente durante el sueño.
Se denomina geopatías a las enfermedades relacionadas con la exposición prolongada a puntos de energías alteradas. Algo parecido una acupuntura, pero adversa, ya que afecta sucesivamente los procesos vitales de quien está expuesto a ellas.
Entre los síntomas descritos se observan: insomnio, cansancio al levantarse, dolores de cabeza y espalda, dolores reumáticos, cansancio crónico, problemas respiratorios, problemas cardíacos y estado de ánimo depresivo entre otros. Se han estudiado algunos efectos en el metabolismo como la pérdida de vitaminas, minerales y oligoelementos y la dificultad para eliminar toxinas. Lo que no parece estar en duda, es que la exposición prolongada a una combinación de factores, puede generar patologías degenerativas irreversibles y estaría vinculada a la aparición de enfermedades como alzheimer o esclerosis múltiple.
Factores de alteración:
Como vimos al inicio de este texto, los factores pueden ser físicos, componentes de la corteza de la tierra, energéticos como las redes telúricas y tecnológicos como las ondas electromagnéticas. Entre los primeros se encuentran:

  • Las venas de agua subterránea, que corresponden al agua en movimiento que circula bajo la superficie de la Tierra, que genera emisiones que producen efectos desvitalizantes en los seres vivos. No debemos olvidar que el cerebro y las células en general trabajan con impulsos eléctricos.
  • Las fallas geológicas, que son grietas del subsuelo que alteran la calidad y cantidad de la energía emitida por la Tierra, a través de las cuales se emanan gases radiactivos como el gas radón.
  • Los componentes energéticos son las denominadas redes telúricas, y entre ellas las siguientes:
    La red Hartmann, compuesta por una malla tridimensional de 2,5 m en el sentido Norte/Sur y de 2 m en el sentido Este/Oeste.
  • Y la red Curry, que se denomina también red Diagonal, ya que su orientación magnética es diagonal con respecto a la red Hartmann. La forman líneas que van del Noreste a Suroeste y de Sureste a Noroeste y la trama oscila entre los 6 y los 8m.


  • Otro factor relevante de alteración, de cuyos efectos cada día tenemos mayor consciencia, es la contaminación tecnológica, que produce el campo electromagnético creado a partir de líneas de distribución de energía eléctrica, transformadores, alumbrado público, antenas de emisión de radio, televisión y telefonía móvil y al interior de las edificaciones, las emisiones de la instalación eléctrica, de los electrodomésticos y las redes inalámbricas.
    Por último cabe mencionar otra dimensión de estos factores de alteración, que es mas concreta, ya que se refiere a la calidad de las edificaciones. Por una parte está la interacción entre los espacios y el medio natural y por otra, la materialidad de la que están constituidos; esto porque los materiales de origen natural son compatibles con nuestros proceso biológicos, ya que se comportan bajo las mismas leyes, al contrario de los materiales de origen artificial, que a menudo nos envuelven (pinturas, alfombras, aislantes) los que pueden generar influencias adversas a nuestra salud. Si esto se combina con lo ya descrito, en casos de alteraciones, estas pueden verse acrecentadas.
    La terapia del hábitat
    Mediante técnicas de radiestesia, es posible diagnosticar los factores y componentes que afectan a determinado espacio y neutralizar sus efectos. Esto significa que se puede intervenir en la mayoría de los casos, para reparar la calidad energética de estos, realizando un trabajo intuitivo, que combina técnicas de armonización espacial, con la práctica del oficio arquitectónico.
    Este proceso se lleva a cabo haciendo una prospección radiestésica de cada espacio, para localizar los elementos que lo afectan en el plano físico, al estar en constante interacción con los influjos de las energías telúricas, a las energías del cosmos y a las redes tecnológicas que ya hemos descrito.
    Paralelamente, aplicando el principio de la psicología transpersonal, se realiza una lectura simbólica de cada lugar, que se basa en la constatación de que nuestro hogar y los espacios que habitualmente ocupamos, constituyen una representación metafórica de nuestra vida.
    Mediante una revisión de estos dos ámbitos, energético y simbólico, se realiza el recorrido por cada habitación. En el primero se lleva a cabo la prospección con varillas de radiestesia y se buscan los factores de alteración, que luego se demarcan sobre el plano de la edificación. En el segundo, se hace una lectura simbólica a través de la calidad espacial, la decoración, el estado de mantención y confort de los lugares, buscando conexiones con la circunstancia de los habitantes. Para la acción terapéutica o cura, se aplican diversas técnica de geometría natural, con las que se realiza una especie de acupuntura sutil en los puntos de alteración, neutralizándolos.
    Dependiendo del diagnóstico, puede ser necesario realizar un seguimiento para evaluación y rectificación de las soluciones implementadas.
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    Un poco de historia
    Las corrientes telúricas y las venas de agua subterránea han estado presentes desde la antigüedad en la mayoría de las culturas. En China se las conocía como Lung o dragón, en India eran Naga, serpiente de agua y en Borneo Nak, cocodrilo subterráneo. El conocimiento de las energías subterráneas misteriosas y su ubicación exacta, ha sido esencial para las milenarias disciplinas del Feng Shui y el Vastu. Probablemente desde ahí surge el temprano desarrollo del arte zahorí, aunque hay antecedentes históricos en los pueblos babilonios, egipcios, persas, hindúes, mongoles y etruscos entre otros.
    Los chinos practicaban la radiestesia hace 4.000 años para detectar yacimientos minerales y napas de agua. Para los sacerdotes egipcios era una ciencia sagrada y secreta; también en la Biblia hay alusiones al uso de la vara adivinatoria (profeta Oseas, cap.4 v.12). El historiador griego Herodoto en el siglo V, registra que los escitas practicaban la rabdomancia (rhabdos= vara,manteia= adivinación).
    Hay varias publicaciones de antigua data que se refieren a estas materias, entre las que podemos mencionar las obras De Re Metallica Libri, del alemán Georg Bauer en 1530 y el Traité de la baguette divinatoire, del sacerdote jesuíta francés Pierre de Vallemont en 1693. Otra significativa referencia, es que Goethe incorpora el tema de la radiestesia en su la novela Las afinidades electivas (Die Wahlwervandtschaften).
    A partir del siglo XIII, los zahoríes fueron perseguidos por la Iglesia Católica y Lutero condenó el uso de la vara en el siglo XVI por ir en contra de la ley de Dios. Comenzó por entonces a cuestionarse la validez de este método, lo que generó un ocultamiento de esta práctica. Sin embargo su desarrollo continuó y desde la llegada del siglo XX ha registrado numerosos avances en Francia, Alemania, Suiza, Austria y Rusia.
    Entre las investigaciones se destaca la realizada por el radiestesista alemán Gustav Von Pohl, quien el año 1929 en una localidad de Baviera, donde se registraba la mayor tasa de muertes por cáncer, contrastó el mapa local de alteraciones con el domicilio de los 54 pacientes fallecidos, encontrando total correspondencia. El año 1930 en Francia, Pierre Coddy investigó los efectos de las venas de agua y del gas radón que emana a través de superficie terrestre. Ernst Hartmann en Heidelberg, alrededor de 1950, detectó la existencia de una malla energética regular, que cubre toda la superficie del planeta en sentido Norte/Sur, Este/Oeste. Posteriormente en 1954 Manfred Curry, científico estadounidense de origen alemán, estableció la existencia de otra red que corre en sentido diagonal a la red de Hartmann. Habría que mencionar muchos otros nombres, como los franceses Henry Quiquandon y Raymond Montercy, la maestra austríaca Käthe Bachler y el español Mariano Bueno, entre quienes han desarrollado este saber hasta nuestros días.
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    Isabel Soto Luque es arquitecta de la Universidad Católica de Chile, fotógrafa y escritora aficionada. Tiene un Diplomado en Arquitectura Sustentable la Universidad Católica y una Maestría en Medioambiente y Arquitectura Bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Isabel Participa en el Programa de huertas urbanas de La Reina y practica la biodanza.
    www.isabelsotoluque.cl
    Publicado el 25 Oct, 2013

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