lunes, 13 de marzo de 2023

Cómo el covid cambió nuestro inconsciente en el actual “paisaje de ansiedad” según Franco “Bifo” Berardi// Retorno laboral y salud mental: Conoce el estudio de Mutual de Seguridad y las recomendaciones en esta materia// Coronavirus: cómo el miedo a la enfermedad covid-19 está cambiando nuestra psicología.

 

Cómo el covid cambió nuestro inconsciente en el actual “paisaje de ansiedad” según Franco “Bifo” Berardi

En su último libro, “El tercer inconsciente”, el filósofo y escritor italiano y referente del movimiento autonomista de ese país analiza las repercusiones de la última pandemia y el confinamiento, así como el sufrimiento médico, económico, social y mental que generó. En un fragmento del libro que puede leerse a continuación, el autor explica su teoría a partir de Philip K. Dick y William Burroughs, dos autores que “soñaron el futuro”.


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¿Qué consecuencias tendrá en el inconsciente social la pandemia y el confinamiento? En "El tercer inconsciente", editado por CajaNegra, el filósofo y escritor italiano Franco "Bifo" Berardi habla de ansiedad, depresión, autismo y alexitimia.
¿Qué consecuencias tendrá en el inconsciente social la pandemia y el confinamiento? En "El tercer inconsciente", editado por CajaNegra, el filósofo y escritor italiano Franco "Bifo" Berardi habla de ansiedad, depresión, autismo y alexitimia.

La pandemia que, a principios de 2020, modificó por completo el rumbo del mundo -y cuyos coletazos continúan afectando a la población- trajo consigo una serie de cambios que, en su mayoría, todavía no pudieron ser desmenuzados y que seguirán siendo estudiados en los próximos años.

Uno de los intelectuales que, en la actualidad, se está ocupando de brindar algo de claridad al respecto es el escritor, filósofo y activista izquierdista italiano Franco “Bifo” Berardi. En su más reciente libro, El tercer inconsciente, editado por CajaNegra, el referente del movimiento autonomista italiano explora cómo el la aparición del covid -así como el “colapso catastrófico del capitalismo”- está dando paso a una tercera forma del inconsciente, después de las dos anteriores, expuestas por Sigmund Freud, primero, y Deleuze y Guattari después.

“El inconsciente es un ámbito sin historia, sin secuencialidad, sin antes y después: sería imposible escribir una ‘historia del inconsciente’. Pero es posible escribir una historia de la psicoesfera de una sociedad, y, en este sentido, es posible hablar de un ‘tercer’ inconsciente: la tercera forma que adopta el inconsciente en el medioambiente mental de la modernidad tardía (...), un futuro abierto que será moldeado por nuestra conciencia, por nuestra acción política, por nuestra imaginación poética y por la actividad terapéutica que seamos capaces de desarrollar durante esta transición”, escribe Berardi en el prólogo.

En este nuevo libro, escrito en plena propagación de las distintas variantes del covid, “Bifo” Berardi se propone esbozar una fenomenología del trauma en curso para anticipar los posibles paisajes psíquicos del futuro. ¿Qué consecuencias tendrá en el inconsciente, ya no el de cada uno sino aquel social, colectivo?

Afirma el autor: “La propagación del sufrimiento en la era pandémica (no solo del sufrimiento médico, sino también del sufrimiento económico, del sufrimiento social y, en último término, del sufrimiento mental) ya está alcanzando niveles tan intolerables que una forma de inmunización contra la emoción puede volverse dominante: el autismo y la alexitimia podrían introducirse en la psicoesfera como internalización del rechazo a sentir las emociones de los otros, y posiblemente también las emociones propias. Lo que describo en este libro no es un trayecto de mutación bien delineado, sino un campo de posibilidad magmático en un paisaje de ansiedad”.

Así empieza “El tercer inconsciente”

infobae

William S. Burroughs Philip K. Dick nunca escribieron una novela en colaboración. El director de cine inglés Ridley Scott cruzó sus destinos literarios cuando usó el título de una novela breve escrita por Burroughs –Blade Runner (a Movie), de 1979– como título para Blade Runner (1982), su película basada en la novela de Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968).

La película que representó el pináculo de la conciencia estética sobre la mutación tecnocultural en curso en los años ochenta del siglo pasado surgió así en el punto de intersección entre las imaginaciones de Burroughs y Dick. El tema de la novela breve de Burroughs es una extraña epidemia de un cáncer contagioso. Y la novela está ambientada en el mundo actual.

Después de los disturbios de 1984, a fines del siglo XX surge una nueva enfermedad que rápidamente comienza a propagarse. Este cáncer relámpago es una enfermedad fatal, pero también es capaz de dotar a sus huéspedes (siempre hombres, ya que las mujeres no existen en el imaginario de Burroughs) de una descomunal energía sexual. Aunque las instituciones médicas han prohibido su difusión, el cáncer relámpago circula por la ciudad en manos de los blade runners, que trafican con él igual que con otras drogas y antídotos.

El Blade runner de Burroughs es un texto delirante, y a pesar de la película que lleva su nombre sigue siendo un texto prácticamente desconocido por el gran público. Su delirio contiene una intuición que fue reutilizada por Burroughs en la novela gráfca Ah Pook is Here, publicada también en 1979: el lenguaje como una forma de infección viral y el virus como la metáfora cardinal para esa mutación que llamamos “cultura”. Ah Pook is Here concluye con una visión apocalíptica.

En Burroughs, el lenguaje puede ser visto como un virus que se estabilizó en tiempos remotos dentro del organismo del animal humano, se extendió por su interior y lo hizo mutar hasta transformarlo en lo que es ahora. En El ticket que explotó, escribe: “El hombre moderno ha perdido la opción del silencio. Intenta detener tu discurso interior subvocal. Intenta lograr siquiera diez segundos de silencio interior. Te encontrarás con un organismo reacio que te obliga a hablar. […] El lenguaje es un defecto genético sin inmunología”.

Los orígenes de la cultura, según Burroughs, pueden encontrarse en una infección de la mente y del medioambiente. Puede argumentarse entonces que el pasaje de la naturaleza a la condición cultural fue posibilitado por una infección viral. Este virus provocó un efecto esquizoide: una inclinación a construir universos ficcionales que no se corresponden con la experiencia perceptual inmediata, sino que trasmiten una arquitectura lingüística de sentido cuyos fundamentos no se hallan en ninguna parte, porque es solo la proyección de un mundo de lenguaje sobre la pantalla de la realidad exterior.

También el flósofo italiano Paolo Virno, en su libro Saggio sulla negazione [Ensayo sobre la negación] (2013), sugiere que el lenguaje funcionó como el salto evolutivo que instauró la búsqueda del sentido, y de ese modo puso en marcha la cadena infnita de malentendidos, contradicciones, diferenciaciones, confictos y guerras.

El escritor, filósofo, docente y activista izquierdista Franco "Bifo" Berardi es un referente del movimiento autonomista italiano. (Gettyimages)
El escritor, filósofo, docente y activista izquierdista Franco "Bifo" Berardi es un referente del movimiento autonomista italiano. (Gettyimages)

Burroughs escribe:

Hemos observado que la mayor parte de los problemas de este mundo está causada por entre un diez o veinte por ciento de gente que no puede ocuparse de sus asuntos porque no tiene asuntos propios de los que ocuparse, no más de los que pudiera tener el virus de la viruela. Ahora bien, tu virus es un parásito celular obligado y yo opino que lo que llamamos mal es literalmente un virus parásito que ocupa una cierta área del cerebro que podemos denominar el centro RAZÓN.

Y también:

En estas cuevas los colonos blancos contrajeron un virus heredado por generaciones malditas que los convertiría en lo que es hoy una horrible amenaza para la vida sobre el planeta. Este virus este antiguo parásito es lo que Freud llama el inconsciente desovó en las cuevas de Europa sobre una carne ya enferma a causa de la radiación. Cualquiera que descienda de este linaje es esencialmente diferente de aquellos que no tuvieron la experiencia de la cueva no contrajeron esta enfermedad mortal que vive en tu sangre y huesos y nervios que vive donde solías vivir hasta que tus ancestros reptaron hacia sus cuevas inmundas. Cuando salieron de las cuevas eran incapaces de no meterse en asuntos ajenos. No tenían asuntos propios en que ocupar la cabeza porque ya no se pertenecían a ellos mismos. Pertenecían al virus. Tenían que matar torturar conquistar esclavizar degradar como un perro rabioso tiene que morder. En Hiroshima se perdió todo.

El lenguaje es el agente viral que hace posible la escisión esquizofrénica entre experiencia consciente y naturaleza biológica, al mismo tiempo que secreta el inconsciente, esa subhabla íntima y foránea sobre la que nunca tenemos pleno dominio y que a menudo se impone en nuestro comportamiento social. El virus lingüístico tiene un efecto cismogénico porque introduce un segundo mundo que diverge de lo que está presente inmediatamente: el universo cultural es un cisma de la naturaleza, una creación que es intrínsecamente autocontradictoria.

Si la arquitectura de Burroughs es esencialmente esquizofrénica, es también perfectamente complementaria con la arquitectura paranoica de Philip Dick.

Burroughs imagina una metrópolis distópica de enfermedad y toxicidad donde correos hacen circular drogas incesantemente por las calles y a través de los canales de los medios, manteniendo el sistema nervioso en un permanente estado de excitación y miedo: adrenalina electrónica.

Esta pesadilla burroughsiana suena prácticamente como una descripción del planeta después del fin de la pandemia de coronavirus y de la época de los confnamientos: medicalización de todos los fragmentos del sistema económico y bancarrota de las instituciones financieras y políticas.

Cualquier retorno al mundo normal parece imposible, ya que estamos dando el salto hacia una dimensión en la que el peligro pandémico se convierte en el núcleo de la economía y el orden político. Burroughs de nuevo: “En La revolución electrónica presento la teoría de que un virus es una unidad muy pequeña de palabra e imagen. […] Liberar a este virus de la palabra podría ser más peligroso que liberar la energía del átomo. Porque todo el odio, todo el dolor, todo el miedo, toda la lujuria están contenidos en la palabra”.

¿Qué podemos esperar después de la propagación del virus y después de la medicalización generalizada de la vida? ¿Una guerra planetaria entre las grandes corporaciones de investigación biológica y las instituciones políticas? ¿O, lo contrario, una santa alianza entre ingenieros biogenéticos y grandes finanzas?

Quién es Franco “Bifo” Berardi

♦ Nació en Bolonia, Italia en 1948.

♦ Es escritor, filósofo, docente y activista izquierdista.

♦ Es un referente del movimiento autonomista italiano.

♦ Escribió libros como El umbralAutómata y caos La segunda venida: neorreaccionarios, guerra civil global y el día después del Apocalipsis.

Fuente: https://www.infobae.com/leamos/2022/12/27/como-el-covid-cambio-nuestro-inconsciente-en-el-actual-paisaje-de-ansiedad-segun-franco-bifo-berardi/

Retorno laboral y salud mental: Conoce el estudio de Mutual de Seguridad y las recomendaciones en esta materia

Ignacio Puebla, Psicólogo y Jefe del Departamento de Factores Humanos de Mutual de Seguridad, explica que la ansiedad se ha convertido en un denominador común entre los trabajadores.

24 de Marzo de 2022 | 17:37 | Patricio Gutiérrez, EED de Emol1

Ver video en el link:

https://videosetv.ecn.cl/EMOLTV_V2_20220324171905494_480p.mp4

 Con el objetivo de conocer cómo están enfrentando los trabajadores la actual etapa de la crisis sanitaria y el retorno al trabajo, especialmente en el foco de salud mental, Mutual de Seguridad presentó un completo estudio para abordar el escenario nacional y la percepción de riesgo que existe hoy en día.

 La investigación, titulada “Pandemia y percepción sobre riesgos y preferencias en el retorno laboral 2022”, fue detallada por Ignacio Puebla, Psicólogo y Jefe del Departamento de Factores Humanos de Mutual de Seguridad, quien en entrevista con EmolTV destacó que si bien el gran porcentaje de los trabajadores ya regresó de forma completamente presencial (78% y solo un 22% de manera remota), lo cierto es que aún continúan sensaciones de estrés o cansancio. 

“Un común denominador que siempre ha estado presente desde el inicio de la pandemia hasta el día de hoy ha sido la ansiedad. Se ha presentado de diferentes formas. En un comienzo se presentó como el miedo al contagio, pero también a contagiar a otros. También se presentó como el síndrome de la cabaña, el miedo a salir de la casa, pero hoy en día se ve la ansiedad de volver a retomar hábitos y rutinas que habíamos olvidado”. 

En ese sentido enfatizó que “desde el punto de vista del bienestar psicológico es importante recordar que para las y los trabajadores tiene que ser paulatina y progresiva”. 

Esto significa, complementó, “es importante ir retomando actividades o rutinas para que nos podamos volver sentir protegidos por las medidas de seguridad y apoyados por las jefaturas en las distintas organizaciones, tanto en empresas privadas como entidades públicas”. 

Otras sensaciones y el índice en mujeres 

Según destaca el estudio, a pesar de que Chile tiene más del 80% de la población vacunada y cuenta con un escenario favorable respecto a otros países, el Covid-19 sigue latente provocando un alto impacto en la salud mental de las personas. 

Así lo reflejó la investigación que señala que durante la pandemia, la mayoría de las personas ha experimentado estrés, cansancio o agobio. Sensaciones que persisten en la actualidad a pesar del desconfinamiento y relajo en las medidas de restricción sanitarias. El 43% de los trabajadores aún se siente estresado. 

En ese sentido las mujeres son las que presentan registros menos favorables. El 49,4% de las mujeres declara experimentar estrés, cansancio y agobio. Esta respuesta es específicamente en mujeres residentes de la Región Metropolitana, con hijos en clases remotas 2021 y trabajo presencial. Además, un 21,5% de ellas asegura sentir aburrimiento, y/o monotonía. Por otra parte, el 21,6% de las trabajadoras encuestadas siente temor, inseguridad e incertidumbre.

 Por otro lado, un 23,5% de las mujeres que tiene una relación con el trabajo presencial o el trabajo hibrido, ha experimentado irritación, mal humor y frustración. 

Al respecto Puebla explicó que existe un riesgo psicosocial llamado “la doble presencia, que la viven mucho más las mujeres y que tiene que ver con la carga que tienen con las labores del hogar, con los hijos, adultos mayores y además de eso la modalidad de trabajo que puedan tener”. 

Al inicio de la nota puedes revisar la entrevista completa a Ignacio Puebla, Psicólogo y Jefe del Departamento de Factores Humanos de Mutual de Seguridad, quien también entrega recomendaciones para un adecuado retorno laboral y a la rutina.

Fuente: Emol.com - https://www.emol.com/noticias/Tendencias/2022/03/24/1055963/estudio-salud-mental-mutual-seguridad.html


Coronavirus: cómo el miedo a la enfermedad covid-19 está cambiando nuestra psicología


Imagen artística de dos cabezas enfrentadas con parte del cerebro en diferentes colores.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl temor que genera el contagio de una enfermedad puede hacernos cambiar psicológicamente. Pero ¿cómo?

Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días.
Durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.
Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y, dependiendo de a quién sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro.
Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.
Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y menos receptivos a la excentricidad.






Una mujer con mascarilla en la calle.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.

Nuestros juicios morales y actitudes sociales más conservadoras se vuelven más estrictas cuando consideramos temas como la inmigración o la libertad e igualdad sexual.
Los recordatorios diarios de enfermedades pueden incluso influir en nuestras afiliaciones políticas.
Los recientes informes de aumento de xenofobia y racismo pueden ser el primer signo de esto, pero si las predicciones de la investigación científica son correctas, pueden reflejar cambios sociales y psicológicos mucho más profundos.

Sistema inmunológico conductual

Como gran parte de la psicología humana, estas respuestas a la enfermedad deben entenderse en el contexto de la prehistoria.
Antes del nacimiento de la medicina moderna, es muy probable que las enfermedades infecciosas fueran una de las mayores amenazas para nuestra supervivencia.






Un grupo de personas sentadas en una escalinata.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLas enfermedades infecciosas han estado dando forma a nuestra evolución durante millones de años, alterando nuestra psicología y nuestra fisiología.

El sistema inmune tiene algunos mecanismos sorprendentes para cazar y matar a esos invasores patógenos.
Desafortunadamente, estas reacciones nos dejan sintiéndonos con sueño y sin energía, lo que significa que nuestros antepasados enfermos no habrían podido realizar actividades esenciales, como la caza, la recolección o la crianza de los hijos.
Estar enfermo también es fisiológicamente costoso.
El aumento de la temperatura corporal durante la fiebre, por ejemplo, es esencial para una respuesta inmune efectiva, pero esto resulta en un incremento del 13% en el consumo de energía del cuerpo. Y cuando la comida escaseaba, eso habría sido una carga seria.
"Enfermarse y permitir que este maravilloso sistema inmunológico funcione es realmente costoso", dice Mark Schaller de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá.
"Es como un seguro médico, es genial tenerlo, pero realmente apesta cuando tienes que usarlo".
Por lo tanto, cualquier cosa que reduzca el riesgo de infección en primer lugar debería haber ofrecido una clara ventaja de supervivencia.
El miedo al contagio nos hace más conformistas y menos receptivos a la excentricidad. Nuestros juicios morales se vuelven más estrictos y las actitudes sexuales, más coservadoras"



 


David Robson


 




 

escritor científico especializado en el funcionamiento del cerebro, el cuerpo y el comportamiento humano.



 


 

Por esta razón, desarrollamos un conjunto de respuestas psicológicas inconscientes, que Schaller ha denominado el "sistema inmunológico de conducta" (behavioural immune system, en inglés), para que actúen como una primera línea de defensa con el objetivo de reducir nuestro contacto con posibles patógenos.
La respuesta del sentido del gusto es uno de los componentes más obvios del sistema inmunitario de conducta.
Cuando rechazamos cosas que huelen mal o alimentos que creemos que no están limpios, intentamos instintivamente evitar el posible contagio.
La mera sugerencia de que ya hemos comido algo podrido puede llevarnos a vomitar, expulsando la comida antes de que la infección haya tenido la oportunidad de alojarse.
Investigaciones científicas sugieren también que tendemos a recordar más fuertemente el material que desencadena el asco, lo que nos permite recordar (y evitar) las situaciones que podrían ponernos en riesgo de enfermedad más adelante.






Una mujer huele con asco un vaso de leche.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa respuesta del sentido del gusto ha evolucionado como una forma de evitar cosas que podrían enfermarnos, como una comida o bebida que se echó a perder.

Dado que los humanos son una especie social que evolucionó para vivir en grandes grupos, el sistema inmunitario de conducta también modificó las interacciones con las personas para minimizar la propagación de una enfermedad, lo que condujo a una especie de distanciamiento social instintivo.
Estas respuestas pueden ser bastante duras, ya que nuestros antepasados no habrían entendido las causas específicas de cada enfermedad o la forma en que se transmitieron.
"El sistema inmunológico de conducta funciona con una lógica de 'más vale prevenir que curar'", dice Lene Aarøe, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Esto significa que las respuestas a menudo están fuera de lugar y pueden ser desencadenadas por información irrelevante, alterando nuestra toma de decisiones morales y opiniones políticas sobre temas que no tienen nada que ver con la amenaza actual.






Una mujer con un niño y uno hombre sentados separados en un banco de plaza. Todos con mascarilla.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl distanciamiento social suele ser instintivo si hay una amenaza de enfermedad.

Conformarse o irse

Varios experimentos han demostrado que nos volvemos más conformistas y respetuosos de las convenciones cuando sentimos la amenaza de una enfermedad.
Uno de ellos fue llevado a cabo por Schaller.
El especialista primero preparó a los participantes para que se sintieran amenazados por una infección, pidiéndoles que describieran un momento en que habían estado enfermos anteriormente y luego les dio varias pruebas para medir su tendencia a conformarse.
En una de ellas, propuso a los estudiantes un cambio en el sistema de calificación de la universidad y ellos debían votar colocando un centavo en un frasco marcado con la leyenda "de acuerdo" o "en desacuerdo".
Una mayor sensibilidad a la enfermedad llevó a los participantes a seguir a la mayoría y colocar su centavo en el frasco con la mayor cantidad de monedas. Fueron influenciados por la popularidad en lugar de ir contra la corriente con su propia opinión.

Getty

El sistema inmunológico conductual funciona con una lógica de 'más vale prevenir que curar'".







Lene Aarøe
Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Cuando se les preguntó sobre el tipo de personas que les gustaban, los participantes que estaban preocupados por la enfermedad prefirieron a las personas "convencionales" o "tradicionales", y tenían menos probabilidades de sentir afinidad con las personas "creativas" o "artísticas".
Aparentemente, cualquier signo de pensamiento libre, incluso de invención e innovación, se valora menos cuando existe el riesgo de contagio.
En los cuestionarios también es más probable que estén de acuerdo con declaraciones como "romper las normas sociales puede tener consecuencias nocivas e involuntarias".
Es posible que esos resultados parezcan bastante distantes de lo que vemos hoy en la televisión y la cobertura en línea de las noticias.
Pero los investigadores de la Universidad de Hong Kong también evaluaron a personas exponiéndolas a escenas de la película "Epidemia" o "Estallido" (Outbreak, en inglés), que podrían parecerse más a algunos de los informes periodísticos actuales.
Las imágenes alusivas de una pandemia los llevaron a valorar la conformidad y la obediencia sobre la excentricidad o la rebelión.






Una mujer mira por la ventana con larga vistas.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCuando hay temor a una enfermedad, nos volvemos más vigilantes y nos convertimos en jueces del comportamiento del otro.

Vigilancia moral

¿Por qué el sistema inmunológico de conducta cambiaría nuestro pensamiento de esta manera?
Schaller argumenta que muchas de nuestras reglas sociales tácitas, como las formas en que podemos y no podemos preparar alimentos, la cantidad de contacto social que se acepta y no se acepta, o cómo deshacerse de los desechos humanos, pueden ayudar a reducir el riesgo de infección.
"A lo largo de gran parte de la historia humana, muchas normas y rituales cumplen esta función de mantener a raya a las enfermedades", asegura Schaller.
"Las personas que se ajustan a esas normas prestaron servicios de salud pública, y las personas que violaron esas normas no solo se pusieron en riesgo sino que también afectaron a otros".
Como resultado, es beneficioso ser más respetuoso con la convención ante un brote contagioso.
La misma lógica puede explicar por qué nos volvemos más vigilantes moralmente en un brote.
Los estudios demostraron que cuando tememos al contagio, tendemos a ser más severos cuando juzgamos un incumplimiento de lealtad (como un empleado que habla mal de su empresa) o cuando vemos a alguien que no respeta a una autoridad (como un juez).
Claro que esos incidentes particulares no harían nada para propagar la enfermedad, pero al ignorar la convención, han dado la señal de que pueden romper otras reglas más relevantes que existen para mantener a la enfermedad lejos.






Un hombre con el pelo pintado de muchos colores.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionIncluso pensar en una situación como una pandemia puede hacer que las personas valoren la conformidad sobre la excentricidad.

Incluso los recordatorios extremadamente sutiles sobre la enfermedad pueden dar forma a nuestros comportamientos y actitudes.
Simplemente pedirle a la gente que se pare junto a un desinfectante de manos provocó que los participantes de un estudio expresaran actitudes más conservadoras asociadas con un mayor respeto por la tradición y la convención.
En el mismo estudio, el aviso de lavarse las manos llevó a los participantes a ser más críticos con los comportamientos sexuales no convencionales.
Perdonaban menos a una mujer que les dijeron que se masturbaba mientras sostenía su osito de peluche, por ejemplo, o a una pareja que tuvo relaciones sexuales en la cama de una de sus abuelas.

Miedo a los extraños







Mosaico con caras de personas muy diferentes entre sí.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl miedo al contagio de una enfermedad puede provocar prejuicios y xenofobia a las personas que consideramos distintas a nosotros.

Además de convertirnos en jueces más estrictos entre las personas dentro de nuestro grupo social, la amenaza de enfermedad también puede hacernos desconfiar más de los extraños.
Esas son malas noticias si estás empezando una relación amorosa.
Tanto en los perfiles de internet como en las reuniones cara a cara, Natsumi Sawada, de la Universidad McGill, en Canadá, descubrió que formamos peores primeras impresiones de otras personas si nos sentimos vulnerables a una enfermedad.
Otras investigaciones demostraron que las personas convencionalmente menos atractivas son juzgadas negativamente, tal vez porque confundimos sus características con un signo de mala salud.
Nuestra mayor desconfianza y sospecha también dará forma a nuestras respuestas a personas de diferentes orígenes culturales.
Según Schaller, esto puede surgir de esos temores sobre la no conformidad.
En el pasado, las personas fuera de nuestro grupo pueden haber sido menos propensas a observar las normas prescriptivas específicas que estaban destinadas a proteger a la población de la infección, por lo que temíamos que sin saberlo (o deliberadamente) propagarían la enfermedad.
Pero hoy, puede provocar prejuicios y xenofobia.






Una mujer asiática en un supermercado en Brasil.Derechos de autor de la imagenEPA
Image captionDurante el brote de coronavirus la comunidad asiática en varios países denunciaron discriminación.

Aarøe, por ejemplo, descubrió que el miedo a la enfermedad puede influir en las actitudes de las personas hacia la inmigración.
Ella enfatiza que esto es parte del enfoque de "mejor prevenir que lamentar" del sistema inmunológico de conducta.
"Es una interpretación errónea" de señales irrelevantes que ocurre "cuando la mente evolucionada se encuentra con el multiculturalismo y la diversidad étnica de los tiempos modernos, que no fue un fenómeno recurrente durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva", explica.

Lidiando con covid-19

La influencia del sistema inmunológico de conducta varía de un individuo a otro. No todos se verán afectados en el mismo grado.
"Algunas personas tienen un sistema inmune conductual particularmente sensible que les hace reaccionar con demasiada intensidad a las cosas que interpretan como un posible riesgo de infección", detalla Aarøe.
Según varias investigaciones, esas personas ya eran más respetuosas de las normas sociales y más desconfiadas de los extraños que la persona promedio, y una mayor amenaza de una enfermedad simplemente endurece sus posiciones.






Una mujer en la oscuridad.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionTodavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes.

Todavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes, pero la teoría del sistema inmunológico de conducta ciertamente sugeriría que es probable.
Yoel Inbar, de la Universidad de Toronto, argumenta que sería un cambio relativamente moderado en la opinión general de la población, en lugar de una gran sacudida en las actitudes sociales.
El especialista encontró evidencia de cambio social durante la epidemia de ébola de 2014, que estuvo muy presente de las noticias internacionales.
En una muestra de más de 200.000 personas, las actitudes implícitas hacia los hombres homosexuales y las lesbianas parecieron disminuir ligeramente durante el brote.
"Fue un experimento natural en el que la gente leía mucho sobre las amenazas de enfermedades, y parecía que cambió un poco las actitudes".






Cabinas de votación con la bandera estadounidense.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Traerá el brote del coronavirus un cambio de actitud en los votantes en las elecciones de Estados Unidos?

Con las próximas elecciones estadounidenses es natural preguntarse si algo de esto podría influir en las preferencias de las personas por diferentes candidatos o sus reacciones a ciertas políticas.
Schaller especula que podría desempeñar un papel pequeño, aunque es escéptico de que sea un factor primordial.
"Los efectos más profundos pueden no tener nada que ver con (el sistema inmunológico de conducta), sino más directamente con la percepción de qué tan bien los funcionarios del gobierno responden o no a la situación", dice.
Incluso si estos cambios psicológicos no modifican el resultado de las elecciones a nivel nacional, vale la pena considerar cómo influyen en nuestras propias reacciones personales al coronavirus.
Ya sea que expresemos una opinión conformista, juzguemos el comportamiento de otro o intentemos comprender el valor de las diferentes políticas de contención, podríamos preguntarnos si nuestros pensamientos son realmente el resultado de un razonamiento racional, o si podrían haber sido moldeados por una respuesta antigua que evolucionó milenios antes del descubrimiento de la teoría de los gérmenes.
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Se sugieren las lecturas:
Las Psi - Ops y cómo detectarlas:
https://conocimientodemisersuperior.blogspot.com/2020/04/las-psi-ops-y-como-detectarlas.html

Unidad Básica de Memoria Repetitiva - por Marielalero:

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