sábado, 26 de febrero de 2011

LO QUE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN NO REVELAN: REVOLUCIÓN PACÍFICA EN ISLANDIA.

Islandia no, Magreb sí


Las movilizaciones en Islandia no pueden ser presentadas por los medios con simpatía, sino con preocupación.

26/02/2011 JUAN MANUEL Aragüés


Siguiendo con la cuestión que abordaba hace unos días, la silenciada revolución islandesa, que ha supuesto un vuelco en el panorama político de esta pequeña nación europea, hay que preguntarse cuál es el motivo de que un hecho de estas características no haya tenido reflejo mediático, mientras que cada día nos desayunamos, comemos y cenamos (TVE ha llegado a tener tres periodistas en El Cairo) con los sucesos del Magreb, con las revueltas populares de Túnez, Egipto o Libia.

Vaya por delante que entiendo que lo normal es lo que está sucediendo, informativamente hablando, con el Magreb, es decir, que sucesos de tal transcendencia sean recogidos por los medios. Lo que resulta sorprendente, desde esa presunta objetividad de los medios, encargados, en teoría, de contarnos lo que sucede, es el silencio que se cierne sobre Islandia. Porque, si en Islandia ocurren cosas, ¿por qué no nos las cuentan? Por ello, me atreveré a proponer una hipótesis explicativa.

El tratamiento que los medios están realizando de los acontecimientos del Magreb subraya que son movilizaciones de carácter democrático contra regímenes de carácter autoritario. No vamos a entrar ahora a valorar que, de la noche a la mañana, regímenes amigos, y en algunos casos puestos como ejemplo, véase Túnez, se hayan convertido en feroces dictaduras a las que ese faro de la libertad y la democracia que se llama Occidente exige respeto a los derechos humanos y libertades. No vamos a hablar de ello, ni de esa hermana monarquía marroquí, tan amada por nuestra Corona. Lo que sí voy a subrayar es que se describen las movilizaciones como movilizaciones de ciudadanos, se ha dicho textualmente, que "quieren ser como los europeos". Es decir, somos tan magníficos que todo el planeta desea ser como nosotros. Resulta difícil saber con qué objetivos se mueven las masas en el Magreb, incertidumbre que, en el fondo, carcome a nuestros gobiernos. Sin duda, los proyectos políticos serán diversos: desde islamistas radicales hasta liberales, pasando por comunistas, nacionalistas, etc. Pero el mensaje mediático es claro: quieren ser como nosotros. Es una manera de subrayar lo afortunados que somos, pues no tenemos que recurrir a poner en peligro nuestras vidas para alcanzar la libertad: ya somos libres. Tanto, que somos la envidia del planeta. Podemos continuar con nuestra siesta democrática, abismados ante la televisión, y decidir con tranquilidad, y muy democráticamente, quién nos representa en Eurovisión o si la mano del defensa en el área fue o no penalti. ¡Vote, vote usted!

Las movilizaciones en Islandia, ésas que se han cargado dos gobiernos, que han exigido el encarcelamiento de los jerifaltes económicos del país, que se han negado a asumir las deudas de los bancos, que han promovido una asamblea popular para redactar una nueva Constitución, que han dado un corte de mangas al FMI y a los mercados, esas movilizaciones no pueden ser presentadas por los medios con simpatía, sino con preocupación. Porque subirían al escenario a un pueblo que, lejos de doblegarse, de asumir deudas ajenas e imposiciones irracionales, ha dicho basta. El efecto de imitación que provocan los medios es brutal. La televisión estuvo en el centro de las revueltas de los países del Este, que comenzaron a imitarse los unos a los otros; lo ha estado en las revueltas del Magreb, con los efectos que estamos advirtiendo. Por eso es preciso silenciar a Islandia, o poner sordina a las diez huelgas generales de Grecia, no vaya a ser que a los europeos nos dé por pensar que, hombre, igual tienen razón los islandeses y ya vale de que nos tomen el pelo. Y empezáramos a reunirnos en las plazas, y a coger cacerolas, y a decirles a los Tanto-monta-Monta-tanto (PP-PSOE-CIU-PNV-PAR-CC) que hasta aquí hemos llegado.

Aquel volcán islandés de nombre impronunciable, aquel que llenó Europa de cenizas, sirve de perfecta metáfora para lo que acontece. El volcán político del norte debe ser silenciado, pues su nombre --no recuerdo bien si es democracia o participación popular--, en nuestras geografías políticas neoliberales, resulta impronunciable. Es preciso borrar las huellas de su erupción.

Profesor de Filosofía. Universidad de Zaragoza

Fuente: http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=650572
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ISLANDIA, ¿OTRA VÍA?
Gonzalo Iglesias Sueiro
26-02-2011

He recibido un correo de un buen amigo sobre la silenciada revolución islandesa, el único país que en esta crisis se ha negado a pagar las deudas de sus bancos y socializar las pérdidas, llegando a denunciar y perseguir judicialmente a los banqueros responsables. Luego he leído varias noticias en la red sobre la situación actual en Islandia y he quedado sorprendido. El país, de trescientos mil habitantes, ha hecho dimitir al Gobierno, disolver el Parlamento y elegir por un procedimiento directo a los representantes que han de redactar una nueva Constitución. Lo que está pasando en Islandia tiene, por lo menos, tanta trascendencia como los movimientos de masas de los países árabes, que todavía han de recorrer un largo camino para homologar sus sistemas políticos a lo que comúnmente se denomina como 'democracia', con sus elecciones 'libres' para elegir a los representantes del pueblo. Lo de Islandia va mucho más allá: se cuestiona el sistema de partidos tradicional por obsoleto e ineficaz en las soluciones de los nuevos problemas, se persigue como a delincuentes a los responsables directos de la mala gestión bancaria, se pasa a una elección directa de los representantes del pueblo, por su capacidad, honestidad y compromiso, rompiendo la dependencia del círculo de poder de cada partido, iniciando un control de la riqueza del país con transparencia y participación de los ciudadanos. El procedimiento está en pleno desarrollo y su aplicación en otros países es cuando menos de dudosa viabilidad: Islandia cuenta con una reducida población, tiene independencia energética, infraestructuras limitadas, riqueza pesquera y buenas relaciones con otros países nórdicos; que no verían con buenos ojos una intervención extranjera.

Pero la experiencia islandesa es molesta, no agrada al sistema, ningún medio ha difundido el resultado de la revolución, ninguna televisión ha emitido imágenes, ningún analista financiero ha hablado del fracaso del FMI en la solución del problema, nadie ha comparado el tema islandés con Irlanda o Grecia. Un tupido silencio envuelve a todo lo relacionado con Islandia, se ha hablado más del lesbianismo de su presidenta que del referéndum de rechazo de la deuda, y sobre todo, se han comentado mucho más las erupciones del volcán Eyjafjallajokull y sus efectos devastadores sobre la aviación en el espacio aéreo europeo.

Pero las cenizas de su revolución social tienen mayor trascendencia que las volcánicas; si triunfaran habría nacido una alternativa al sistema financiero y al dominio casi absoluto del BM, y del FMI. Se estaría poniendo en marcha una evolución del sistema de partidos con la participación directa del ciudadano en la propuesta de candidatos y una administración más transparente. México fue invadido por menos y China fue colonizada por una insignificancia; eran otros tiempos, hoy existe un instrumento de consecuencias desconocidas, la Red, y cualquiera puede hacer uso de ella.

El cambio de ciclo es imparable y notorio; lo atestiguan los islandeses y, como no, Muamar el Gadafi, que jamás comprenderá (a los dictadores les es imposible), que los principios que impulsaron la Revolución Francesa en 1789 siempre movilizarán a los pueblos contra los tiranos y lo que éstos representan (recordemos que los pueblos árabes no han hecho la revolución burguesa y que la historia se escribe con todos sus capítulos, aunque en distintos escenarios).

Fuente: http://www.laregion.es/opinion/10451/

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