domingo, 8 de enero de 2023

La importancia de avanzar lento, pero seguro// Si te cansas, aprende a descansar, no a rendirte.

 

La importancia de avanzar lento, pero seguro.


Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 09 octubre, 2019



La importancia de avanzar lento, pero seguro

Suele ser más frecuente de lo que comúnmente se considera que, las personas, a la hora de iniciar un proyecto nuevo, se paralicen. No saben por qué camino ir, se bloquean, creen que lo que hacen es no avanzar o avanzar lento y, finalmente, terminan por dejarlo a un lado. El problema de no embarcarse en ese trayecto es que se quedan con un sentimiento de profundo fracaso, que mina su autoestima y su autoconfianza.

Este abandono sucede con más frecuencia cuando no se domina el terreno o cuando simplemente resulta muy difícil implementar ese proyecto. Poniéndonos en la piel de estas personas que tratan de ser emprendedoras, pero que se quedan a medias, el mundo se les “cierra” y no hay poder humano que los convenza de que, si de verdad se lo proponen, lo pueden lograr.

Pero a veces no basta solamente con que uno se proponga hacer algo, puesto que lo primero que hay que tener en cuenta es por dónde empezar… Esto último es un punto clave que nos llevará a progresar y, aunque al principio se tenga la percepción de avanzar lento, eventualmente, nos servirá para alcanzar el objetivo.

Concentración

Uno de los factores que ayudan a aproximarse hacia la meta deseada es, sin duda, concentrarse en ella. Nadie puede lograr un objetivo si no se concentra en lo que desea.

El enfoque permite aclarar lo que se quiere, lo que se pretende y lo que se puede hacer. Consiste en aplicar toda la información o experiencia (que tienes a tu disposición o que puedes adquirir) para lograr aquello que realmente anhelas conseguir.

Saber cómo hacerlo, pero no concentrase en ello, es lo que lleva a mucha gente a la frustración, pues de nada te sirve tener el conocimiento si no te concentras en aplicarlo cuando lo necesitas.

Es fácil darse cuenta de que cuando estás abrumado, tu mente está dispersa y te resulta más difícil concentrarte. Y esto suele ocurrir con mayor frecuencia cuando se trata de resolver un gran proyecto. Pero si logras concentrarte, puedes encontrar la solución a un problema en mucho menos tiempo.

La concentración en todo lo que haces te va a permitir ver un progreso consistente, aunque parezca avanzar lento, en eso que te propones. Tratar de avanzar sin concentrarse es, a la larga, un desperdicio de tiempo que casi siempre desemboca en sentimientos de frustración.

Acostumbra a tu cerebro

Si tu problema es precisamente lograr la concentración y el enfoque, puedes ponerle solución, a base de entrenamiento, El cerebro humano es plástico, lo que quiere decir, que tiene adaptabilidad a cambios y, por eso, puedes aprender a concentrarte si así te lo propones. Hay varias técnicas de entrenamiento de la memoria, de la concentración, de la atención… Todo es cuestión de consistencia y de conseguir un buen terapeuta que te eche una mano en ese cambio. 

Así se producen los hábitos, los buenos y los malos: con consistencia. Si todos los días te despiertas a la misma hora, año tras año, te será difícil hacerlo de otra manera, pues tu cerebro tiene registrada esa acción y simplemente tiende a repetirla consistentemente. Y aunque no resulte tan fácil, esos hábitos pueden suprimirse o cambiarse por otros.

Si ves la cuestión de esta manera, el proceso puede resultarte menos frustrante y, a su vez, un poco más fácil de identificar por donde puedes avanzar: ir suprimiendo los malos hábitos y concentrarte en otros que te ayuden a cumplir tus metas.

Insistimos en que se requiere un compromiso firme contigo mismo, paciencia y mucha fuerza de voluntad, porque si fuera tan fácil cambiar de hábitos, las personas tendríamos menos dificultad en mejorar ciertas rutinas dañinas para nuestro organismo. Avanzar lento, pero seguro es la clave.

No se cambia de la noche a la mañana

Pero no quieras cambiar de un día para otro… Tu cerebro no funciona de esa manera. Si quieres empezar a dejar los malos hábitos, proponte hacerlo poco a poco. La mayoría de las veces funciona mejor cuando lo haces poniéndote pequeñas metas, que si te propones cambios de 180 grados.

Esos pasos que pueden parecer insignificantes te harán avanzar lento, pero firme hasta llegar a tu objetivo. Por eso, lo más importante es no dejar nunca de caminar, no abandonar jamás el camino ni tus sueños. Es mejor avanzar lento, pero seguro.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/la-importancia-de-avanzar-lento-pero-seguro/

Si te cansas, aprende a descansar, no a rendirte


Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 06 diciembre, 2020


En el proceso hasta alcanzar un objetivo pueden surgir dudas, miedos y deseos de tirar la toalla. Descubre cómo afrontarlo sin rendirte.
Si te cansas, aprende a descansar, no a rendirte

¿Cuántas veces has pensado “ya no puedo más” y finalmente lo lograste? Y ¿cuántas veces el agotamiento físico o mental te hizo renunciar a un propósito que realmente anhelabas conseguir? La diferencia entre estos dos escenarios radica en la actitud que adoptamos ante una situación que parece sobrepasarnos. Por ello, cuando te canses, aprende a descansar, no a rendirte.

La perseverancia, la disciplina y la resiliencia son cualidades que no todos presentamos en el mismo grado. Sin embargo, resultan imprescindibles para continuar los esfuerzos cuando el objetivo parece cada vez más lejano.

Afortunadamente, podemos modificar nuestros hábitos y el modo en que enfrentamos el estrés y la adversidad, de modo que la falta de resultados no nos lleve a abandonar la meta.

Mujer estresada

¿Por qué quieres rendirte?

Todos hemos sentido la necesidad de tirar la toalla en muchas ocasiones y en diversos ámbitos de nuestra vida. Es algo completamente natural y no se trata de un signo de debilidad o pereza.

No obstante, comprender el origen de ese deseo de rendirte puede ayudarte a adoptar una nueva perspectiva antes de hacerlo. Así, entre las principales causas podemos encontrar las siguientes.

Expectativas poco ajustadas

Con frecuencia, deseamos rendirnos al comprobar que las expectativas que manteníamos no se están cumpliendo. Sin embargo, hemos de preguntarnos ¿eran estas expectativas realistas y ajustadas? Si deseábamos perder 20 kilos de peso en un mes o esperábamos hablar fluidamente un idioma nuevo en ocho semanas, es fácil comprender por qué no estamos obteniendo los resultados esperados.

Pensamientos disfuncionales

La mente puede ser nuestra mayor aliada pero también nuestra peor enemiga, y es que su influencia en nuestra motivación y nuestras acciones es totalmente decisiva. Cuando albergamos pensamientos del tipo “nunca lo voy a lograr” o “está claro que no estoy hecho para esto” la confianza en nosotros mismos decrece y sin ella se hace imposible perseverar.

Así, si llevas un tiempo trabajando por un objetivo y este sigue pareciendo imposible de alcanzar, detente. Descansa y aprovecha esta pausa para realizar ciertos cambios:

  • Ajusta tus expectativas a la realidad. Asegúrate de que tus metas son posibles y accesibles desde el punto en que te encuentras ahora. Más adelante podrás ir subiendo de nivel.
  • Revisa tu diálogo interno. ¿Qué mensajes te diriges a ti mismo respecto al proceso que estás llevando a cabo? Procura que todas tus palabras sean de ánimo, de empoderamiento y de confianza en ti mismo. Repítete que eres capaz, que eres tenaz, perseverante y exitoso, aun cuando no lo creas en ese momento.
  • Divide tu objetivo en metas intermedias más pequeñas que puedas ir conquistando en el corto plazo. Y celebra cada una de esas victorias, prémiate y agradécete por el esfuerzo realizado hasta ese momento. Con cada objetivo cumplido renovarás la energía y la confianza en que eres capaz de llegar hasta el final.
Mujer pensando

Quien aprende a descansar, no se rinde

Ante todo, permítete descansar. Acepta que se trata de un proceso en el que surgirán diversas emociones, incluidos el agotamiento y las dudas. Cuando esto ocurra, no asumas que es el final, no pienses que fallaste o que debes rendirte; tan solo necesitas descansar.

Para, revisa lo que has venido haciendo hasta ahora, lo que funciona y lo que ha de modificarse. No temas dar un giro o cambiar de estrategia, rectificar o reconducirte. Además, recuerda que ningún camino es lineal y no siempre vamos hacia arriba; está bien detenernos un momento o incluso descender en ocasiones. Si realmente deseas lograr algo aprende a descansar, no a rendirte.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/si-te-cansas-aprende-a-descansar-no-a-rendirte/

La dignidad personal es reconocer que merecemos algo mejor.// Tenemos diferentes culturas pero un mismo corazón.

 

La dignidad personal es reconocer que merecemos algo mejor.


Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 08 julio, 2022

La dignidad, ese valor personal que señala, precisamente, que no tenemos precio, merece la pena ser estudiada. Aquí profundizamos en el concepto.
La dignidad personal es reconocer que merecemos algo mejor

Las personas tenemos un precio, un valor indiscutible llamado dignidad personal. Es una dimensión incondicional que nos recuerda cada día que nadie puede ni debe utilizarnos. Somos libres, seres valiosos, responsables de nosotros mismos y merecedores a su vez de un adecuado respeto.

La dignidad personal es, sin duda, uno de los conceptos más interesantes a la vez que descuidados dentro del campo del crecimiento personal. De algún modo, a muchos se nos ha olvidado que esta dimensión no depende del reconocimiento externo. Nadie tiene por qué otorgarnos un valor determinado para que nosotros mismos nos sintamos merecedores de obsequios.

“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca meramente como medio”.

-Immanuel Kant-

Qué es la dignidad personal

Cómo afirma Íñigo de Miguel en su artículo Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana, “actualmente, la mayor parte de los autores consideran que la dignidad esencial del hombre se basa en tres hechos: su capacidad de emitir juicios morales, su libertad para decidir acerca de sus acciones y su intelectualidad, esto es, la posibilidad que tiene de generar conceptos abstractos”.

De Miguel explica que diferentes estudios apuntan a que la palabra dignidad tiene su origen en el sánscrito, “concretamente en la raíz dec, que querría decir ser conveniente, conforme, adecuado a algo o alguien“. Más adelante, el latín añadió el sufijo “-mus”, quedando el término “decmus”, que derivaría en dignus. Así pues, con el paso de los años en castellano pasó a ser “digno” y de ahí “dignidad”.

La dignidad personal es una cualidad inherente que viene “de fábrica”. Tal y como dijo Martin Luther King una vez, no importa cuál sea tu oficio, no importa el color de tu piel ni cuánto dinero tengas en tu cuenta bancaria. Todos somos dignos y todos tenemos la capacidad de construir una sociedad mucho mejor basada en el reconocimiento de uno mismo y en el de los demás.

Sin embargo, dignidad y vulnerabilidad siempre van de la mano. Porque esta cualidad innata depende directamente de nuestro balance emocional y de la autoestima. De hecho, en ocasiones basta con que alguien nos quiera mal para que no nos sintamos dignos de ser amados. Basta también con que pasemos una temporada sin empleo para llegar a pensar que no somos dignos ni útiles para esta sociedad. Te proponemos reflexionar sobre ello con nosotros.

Qué no es dignidad personal

Entender desde bien temprano que merecemos lo mejor, que debemos ser respetados por lo que somos, tenemos y nos caracteriza, no es orgullo. Defender nuestra identidad, nuestra libertad y nuestro derecho a tener voz propia, opinión y unos valores, no es narcisismo. En el momento que entendemos todo esto, nuestra personalidad se refuerza y conseguimos una adecuada satisfacción interna.

Sin embargo, hemos de admitirlo, si hay una dimensión de nuestro bienestar psicológico que más secuelas deja tras haberla descuidado, olvidado o dejado en manos de otros, es ella, la dignidad. De ahí que siempre debamos recordar algo muy sencillo a la vez que ilustrativo: la esperanza no es lo último que una persona debe perder; en realidad, lo que jamás debemos perder es la dignidad personal.

Mariposa

Perdemos la dignidad personal cuando…

La dignidad no son unas llaves que ponemos en nuestros bolsillos y que de vez en cuando dejamos a otros para que nos las guarden. Tampoco es una posesión material. Es un valor intransferible, incondicional, propio y privado de cada uno. No se deja, no se pierde ni se vende: va contigo siempre.

  • Las personas perdemos nuestra dignidad cuando nos dejamos humillar y boicotear de forma sistemática.
  • Perdemos nuestra dignidad de forma fulminante cuando dejamos de amarnos a nosotros mismos.
  • La dignidad se pierde cuando nos volvemos conformistas y aceptamos mucho menos de lo que merecemos.
  • Por curioso que nos parezca, también podemos dejar escapar esta dimensión en el momento en que nos excedemos. Ese momento en el que exigimos privilegios y vulneramos el sentido del equilibrio y la igualdad respecto a nuestros semejantes.
  • Tal y como podemos ver, no solo la falta de seguridad personal y de amor propio genera la pérdida de esta raíz de nuestro bienestar. A veces, hay quien se vuelve indigno en el momento en que da el paso hacia el abuso, hacia la falta de consideración y el egoísmo extremo.

    Cómo aprender a ser personas con una dignidad más fuerte

    La dignidad es quizá un tema mucho más tratado por la filosofía que por la psicología. Kant, por ejemplo, definió en su momento a la persona con adecuada dignidad personal como alguien con conciencia, voluntad propia y autonomía. Sin embargo, en las definiciones más clásicas sobre esta dimensión se descuida un aspecto esencial: la dignidad también se expresa cuando somos capaces de conseguir que quienes nos rodean, se sientan respetados, dignos y valorados.

    “Todo ser humano es persona. Hay que respetar a la persona como referente, con independencia de que posea o no la propiedad de la conciencia”.

    -Evandro Agazzi-

    Estamos, pues, ante un valor personal, pero también ante una actitud proactiva. Es indiferente que nos venga de “fábrica” como señalábamos al inicio. Debemos ser capaces de propiciar y crear entornos donde impere la dignidad, ya sea en nuestras familias, en nuestros entornos laborales y en la propia sociedad. Veamos ahora qué pilares sustentan esta valiosa dimensión.

    Abrazo colores

    Los 5 pilares de la dignidad personal

    Para aprender a ser conscientes de nuestra propia dignidad y desarrollarla es necesario un trabajo de introspección. Para realizarlo adecuadamente se pueden tener en cuenta los siguientes pilares de la dignidad personal:

    • El primer aspecto es comprender que somos dueños de nosotros mismos. Somos nuestros directores de orquesta, nuestros gurús personales, nuestro timón de mando y nuestra brújula. Nadie tiene derecho a llevarnos ni arrastrarnos a océanos que no son nuestros, ni a escenarios que nos traen la infelicidad.
    • El segundo pilar es sin duda algo tan simple como complicado en ocasiones: darnos permiso para alcanzar aquello que queremos. Muchas veces no nos sentimos merecedores de algo mejor, de algo bueno y enriquecedor. Nos limitamos a aceptar lo que la vida ha querido traernos como si fuéramos actores de reparto en el teatro de nuestras vidas.
    • Define tus valores. Aspectos tan básicos como una identidad fuerte, una buena autoestima y unos valores sólidos configuran las raíces de nuestra dignidad personal, y esos aspectos que nadie puede ni debe vulnerar jamás.
    • Autorreflexión y meditación. A lo largo del día, es conveniente que tengamos un instante para nosotros mismos. Es un espacio propio donde tomar contacto con nuestro ser para hacer un adecuado diagnóstico sobre cómo nos sentimos. La dignidad queda “tocada” de muy diversas formas a lo largo de cada día, y es necesario identificar esos golpes, esas pequeñas heridas que sanar.
    • Por último, y no menos importante, es vital también que seamos capaces de cuidar de la dignidad de los demás. Lo señalábamos antes, porque ser digno es también saber reconocer al igual, sea cual sea su condición, su situación, su origen, su estatus o su raza.

    Aprendamos, por tanto, a crear sociedades más justas empezando siempre por nosotros mismos, por nuestra dignidad personal. No debemos abandonarla ni quitársela a los demás.

  • Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/dignidad-personal-merecemos-algo-mejor/

  • Tenemos diferentes culturas pero un mismo corazón

Adriana Reyes Zendrera

Escrito y verificado por la psicóloga Adriana Reyes Zendrera.

Última actualización: 15 noviembre, 2022

Tenemos diferentes culturas pero un mismo corazón

A lo largo de las diferentes épocas de nuestra historia hemos ido forjando culturas, lenguas, costumbres y valores diversos en todo el mundo. Ante esta realidad, parece inevitable hacernos una pregunta, ¿por qué lo diferente a menudo nos asusta? Si la diversidad cultural nos aporta aprendizaje, nuevos puntos de vista y riqueza emocional, ¿cómo podemos reconciliarnos con lo desconocido?

“Conocer nuevas formas de relacionarnos nos pueden aportar mucha riqueza emocional a nuestra vida” .

¿Por qué lo desconocido nos asusta?

Lo que no conocemos nos da miedo y ante esta emoción puede surgir el rechazo y los prejuicios. Mucho de lo que desconocemos nos generan inseguridad y nos encierra en nuestro mundo interior. Pensar en personas diferentes, distintas costumbres y maneras nuevas de hacer las cosas nos puede llevar a querer sobreproteger lo que sentimos como propio. Incluso podemos considerar que esto que es propio está siendo amenazado.

Cuando sentimos miedo, podemos tener 3 reacciones diferentes: la huida, el ataque o la paralización. Las tres maneras de comportarnos son estrategias de defensa ante lo que nos asusta. Por tanto, la respuesta natural al miedo es la protección. ¿Y cómo nos protegemos de lo diferente? En ocasiones, mediante el rechazo y la discriminaciónEntonces, nos podemos encontrar con personas que cierran su corazón a lo diferente por miedo a ser atacados o invadidos.

Diversidad

Preferimos la zona conocida

En la zona de confort o zona conocida se sitúan aquellos procedimientos o situaciones que de alguna manera tenemos dominados y que se encuentran lejos de desafiar nuestras capacidades. Por esto mismo, movernos en esta zona no suele generarnos mucha tensión. Lo que es desconocido y puede llegar a asustarnos se encuentra fuera de esta zona. Uno de los temores que aparecen cuando nos planteamos salir de nuestra zona de confort es la sensación de que lo nuevo invalida lo de siempre.

Cuando en realidad, puede ser justo lo contrario, los nuevos aprendizajes enriquecen y suman bagaje en vez de restar. Conocer nuevas formas de relacionarnos, de cocinar, de enseñar, de vivir, independientemente de dónde sea su procedencia, nos pueden aportar una gran riqueza emocional a nuestra vida.

Aceptar la diversidad abre el corazón

Los diferentes idiomas, las diferentes culturas, nos abren la posibilidad de un aprendizaje inmenso hacia cosas que ni hubiéramos imaginado conocer. ¿Te imaginas descubrir que no eres tan diferente de los demás? ¿Te imaginas averiguar que tu ADN está compuesto de muchas procedencias dispares? Esto es lo que les pasó a los chicos que dejaron que les realizaran un análisis de su ADN. Encontraron que en realidad, no eran tan diferentes de los demás como habían pensado, tenían muchas más cosas en común de lo que imaginaban.

“Nuestros orígenes no son tan diferentes, porque en lo esencial, sólo somos un ser humano intentando conectar con otro ser humano”.

Las diversidad cultural nos enriquece

Las diferencias nos permiten por tanto, dar lo mejor de nosotros mismos. Nos llevan a descubrir aspectos inimaginables de nuestro ser, las diferencias con otras personas nos permiten por ejemplo:

  • Conocer nuevas maneras de enfocar una situación, ampliando los puntos de vista desde los que la consideramos y dando espacio a nuevas formas de pensar, incluso de sentir.
  • Reconocer que cada persona tiene su historia. Cada persona y cada cultura tiene su historia que contar, y es importante respetarlos y escucharlos, antes de lanzarnos a juzgar.
  • Dar espacio a poder viajar y conocer las maravillas del mundo, para conocer nuevos paisajes y personas que nos aporten nuevas ideas y más perspectiva de las situaciones.
  • Recordar que no estamos solos, hay más gente que nos acompaña en este mundo. Esto nos permite dejar pensar que nuestra cultura es la única válida, y la única merecedora de explorar.
  • Aprender que todas las culturas pueden aportarnos algo, incluso aunque no tenga nada que ver con nosotros.

Diferentes culturas un mismo corazón

Al final, por muchas diferencias que nos separen, todos tenemos un mismo corazón que late día a día y minuto tras minuto. Si empezamos a ver lo que nos une y no lo que nos separa, vamos averiguar que el otro nos da mucha paz y serenidad aún con sus diferencias. Nuestros orígenes no son tan diferentes, porque en lo esencial, solo somos un ser humano intentando conectar con otro ser humano, qué grande y qué sencillo a la vez.

Manos con dibujo del mundo

La vida va mucho más allá de nosotros. La sensibilidad y el amor nos unen y nos hacen únicos como seres humanos. Reconciliarnos con las personas de origen cultural diferente al nuestro nos permite darnos cuenta que tenemos la oportunidad de crecer emocionalmente a través de otras personas y costumbres.

Fuente:  https://lamenteesmaravillosa.com/tenemos-diferentes-culturas-corazon/