El siguiente es un texto de Eric Rolf, perteneciente al libro "La Medicina del Alma".
Para la mayoría de nosotros cambiar drásticamente nuestro sistema de creencias o alguna creencia conflictiva parece requerir largos períodos de tiempo, un gran número de intensas experiencias dolorosas reviviendo el pasado o años de terapia profunda y difícil.
Esto también no es más que otra creencia. Puedes cambiar tus creencias por elección o compromiso, o puedes cambiarlas tan rápido como te cambias de ropa. La forma más rápida y efectiva de cambiar una creencia es, sencillamente, darte cuenta de que estabas equivocado, darte cuenta de que aquello no era o no funcionaba como tú lo sentías, creías o veías.
Hay muchos métodos para cambiar creencias. Normalmente, una creencia se sustituye por otra menos limitante.
El proceso de cambio profundo es básicamente sencillo de comprensión, pero no siempre fácil. Muchas veces uno no está dispuesto a soltar una creencia porque cree que pierde algo de valor con ella, así que un paso previo es recoger y poner a salvo aquello que tenga valor para la persona y que la creencia intenta proteger.
Todo cambio implica un desafío, una dificultad. Todos tenemos opiniones que cambiamos drásticamente, quizás de la noche a la mañana. Nuestras experiencias diarias producen cambios en la percepción que tenemos sobre nosotros mismos o sobre nuestras vidas. Hay personas que pueden tardar varios años en cambiar estas mismas creencias u opiniones o no cambiarlas nunca. Lo cierto es que cada cual crea su propia realidad, física y espiritualmente, según sus creencias y el poder que les da en su vida. Las creencias crean la realidad, en un punto donde creer y crear es lo mismo. El punto es “yo creo”.
El cambio de creencias tiene un aspecto de poder: uno puede cambiar lo que está creando a través de sus creencias. Este poder viene de la aceptación del presente y, como parte de éste, se empieza aceptando la creencia actual.
Cuando una creencia más amplia ha reemplazado a una más limitante, a veces uno reacciona automáticamente de forma diferente ante la misma circunstancia y otras no es tan rápido. Hay veces que cuando se presenta una circunstancia similar que antes disparaba la vieja creencia, hay un instante de confusión entre ésta y la nueva. En esos momentos uno tiene la oportunidad de actuar de forma diferente y asentar su nueva creencia hasta que se acostumbra a funcionar de la nueva manera. Para ello es necesario que uno viva toda su vida, a todos los niveles posibles, como si así fuera. Si actuar de acuerdo con la nueva creencia representa un gran desafío, se puede empezar por actos simbólicos: se puede escoger un símbolo que representa la creencia que desaparece y en su lugar se coloca otro símbolo que representa la creencia nueva.
Eso es sólo una forma de empezar; con ese primer paso, la vida te va a traer oportunidades para que actúes de la nueva manera y, a través de actuar de esa manera, tu nueva creencia va tomando realidad.
El proceso siempre empieza en el presente, que es nuestro punto de poder. En el presente elegimos, creamos el futuro y también cambiamos el pasado. No podemos cambiar los hechos, pero sí nuestra opinión sobre ellos, y esto tiene un valor infinitamente mayor que cambiar los hechos, ya que éstos tienen más realidad como metáforas que como hechos en sí. Los hechos ya no están ahí, quizá ya no importan a nadie y tú seas el único que les das importancia; eso no te ayuda. Quizá ya puedes soltarlos y dejar que se vayan porque en realidad no están ahí; pertenecen al pasado y éste no existe por sí mismo, eres tú quien les da la realidad.
Publicadas por Ana M. Fernandez Vuono.
Fuente: http://anafernandezvuono.blogspot.com/
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