del Sitio Web ElDefinido
Son solidarios, se protegen entre ellos, comparten sus nutrientes y tienen un sistema de redes subterráneo que les permite conectarse y coordinarse estratégicamente ante cualquier emergencia. Awww...
Si les contamos que Matusalén, un anciano de 4.847 años de California, continúa compartiendo conocimiento y protegiendo a los menores de su comunidad, que aprendió a manejar redes similares a la Internet desde su nacimiento, y que es experto en emergencias y en aplicación de estrategias comunitarias.
De seguro pensarán en un personaje bíblico y ficticio o en un superhéroe imaginario de novela, ¿verdad?
Bueno, Matusalén existe y no es un ser humano legendario. De hecho ni siquiera es humano...
Matusalén es un pino. Es el árbol vivo más viejo del mundo y habita el Bosque Nacional Inyo, en el centro de California, Estados Unidos. Pero no podremos conocerlo nunca.
Matusalén
¿Saben porqué? Porque su ubicación exacta es uno de los secretos mejores guardados de la ciencia, y no por egoístas o mentirosos, sino porque los humanos somos su principal amenaza.
Así es. La gran mayoría de árboles no mueren de viejos, mueren por causas externas.
Es más, podrían vivir incluso miles de miles de años si sus condiciones climáticas fuesen favorables, si viviesen rodeados de naturaleza como en un bosque y si el ser humano dejase de amenazarlos, ya sea cortándolos, interviniéndolos o agravando el avance del cambio climático.
Pero,
¿porqué son tan longevos? ¿qué cualidades tienen que los diferencian de otros seres vivos?
La respuesta es:
su capacidad de vivir en comunidad, su empatía y el increíble sistema de comunicación que mantienen entre ellos.
Conectados 24/7 a través de hongos y raíces subterráneas
A los que conocimos la Internet de pequeños, nos cuesta imaginarnos una vida sin Google, Youtube, Netflix o las redes sociales; invento que por su tremendo aporte a la sociedad es considerado por muchos como el mejor invento de la humanidad.
¡Y sí! Internet te amamos y te debemos demasiado.
Pero el sistema de comunicación y de intercambio de información por redes no lo inventamos los humanos. Los árboles lo utilizan desde que el mundo es mundo.
Su sistema además es verdaderamente brillante.
Se llama Micorriza y consiste en la estrecha relación que mantienen las raíces de los árboles con un tipo de hongo que crece alrededor de ellas, y que promueve la comunicación entre un árbol y otro, permitiendo incluso que distingan entre los que son sus parientes directos y los que no.
Este sistema de comunicación es tan completo y efectivo que les brinda una supervivencia mucho más coordinada que la que tienen animales y seres humanos, porque tienen estrategias jerárquicas, de emergencia y de solidaridad notables:
Los árboles más grandes (llamados Hubs o Árboles Madre) ceden parte de sus nutrientes a los más pequeños, siendo los encargados de favorecer y proteger su buen crecimiento. Cuando un árbol se siente amenazado por una plaga o por otras plantas como malezas, lanza una señal a los demás árboles para que se produzca una barrera de protección.Por ejemplo, cuando la especie artemisa presenta hojas dañadas, otras cercanas comienzan a producir sustancias para repeler insectos.O también los sauces y los álamos se envían advertencias entre sí sobre los ataques de insectos. Cuando están en presencia y amenaza de un animal herbívoro depredador que les quiere comer las ramas bajas, emiten sustancias químicas volátiles que transportan de árbol en árbol, y que modifican la producción de proteínas, dándole a las hojas un gusto desagradable. La Micorriza les permite comunicarse a distancias enormes, por lo que están todos los árboles de un bosque conectados y protegidos entre ellos ante cualquier emergencia externa.Las redes subterráneas entre raíces y hongos les permite transferir nutrientes, compartir información sobre peligros como las plagas, y también les permite atacar con químicos tóxicos a plantas invasoras o animales depredadores. Son solidarios. No sólo se ayudan entre los de la misma especie, sino entre varias especies que son interdependientes.
"Todos sabemos que favorecemos a nuestros propios hijos, y me pregunté si el cedro podría reconocer a su propia especie.Así que iniciamos un experimento, cultivamos árboles madre con plántulas familiares y ajenas. Resulta que sí reconocen a sus parientes. Los árboles madre colonizan sus plántulas con redes micorrizales más grandes.Les envían más carbono bajo tierra. Incluso reducen la competencia de sus propias raíces para crearle un marco a sus hijos.Cuando los árboles madre están heridos o muriendo, también envían mensajes de sabiduría a la siguiente generación de plántulas.Así que los árboles hablan", señala Suzanne Simard, profesora de Forest Ecology en la Universidad de British Columbia, que lleva más de 30 años estudiando la comunicación entre los árboles.
Una lección para nosotros
Nos queda claro entonces que la única forma para que los árboles puedan sobrevivir y ejercer plenamente su capacidad de comunicación y empatía, es en ambientes naturales, rodeados de otros de su especie, y que la principal amenaza somos los humanos con las constantes talas, contaminación y daño ambiental.
Se nos olvida además que los árboles son los que nos aportan el oxígeno que nosotros necesitamos y que mantienen el ambiente adecuado para cuidarnos de las enfermedades respiratorias.
Entonces, en vez de amenazarlos (cada año se pierden cerca de 13 millones de hectáreas verdes, según la ONU), mejor cuidémoslos y aprendamos de su maravilloso sistema de comunicación, que en lugar de incentivar el individualismo tan propio de la sociedad actual, siguen su sistema milenario y comprobado, basado en la solidaridad, la comunicación y la vida en comunidad.
Les dejamos esta charla TED de Suzanne Simard, donde habla en detalle acerca de la comunicación de los árboles y sobre cómo podemos ayudar nosotros a evitar que esta se extinga (pueden activar los subtítulos en español):
Fuente: https://www.bibliotecapleyades.net/ciencia2/ciencia_consciousnature29.htm
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Las plantas pueden contar - La creciente evidencia de que las plantas son conscientes
Publicado el 28 dic. 2017
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