martes, 20 de agosto de 2019

"Científico creador de vacunas reconoce que generan intolerancias".// Intolerancia a la lactosa - caseína.

El doctor Stanley Plotkin considerado como uno de los principales expertos en vacunas y vacunación (provacuna), admite que en sus inicios la vacuna contra el Polio estaba contaminada con el virus SV40 que causaba cáncer. Miles de personas fueron vacunadas con estas vacunas contaminadas. Plotkin también describe qué algunas vacunas se producen utilizando órganos fetales de abortos humanos trozados.



Fuente Canal de Youtube:
Publicado el 28 dic. 2018
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El Dr. Stanley Plotkin, desarrollador de la vacuna contra la rubéola, admite que las vacunas causan alergias alimentarias, asma, autismo y trastornos autoinmunes.

Arumugham, Vinu

El Dr. Plotkin fue depuesto en relación con un ensayo con vacunas. Plotkin está de acuerdo en que no hay pruebas de que  DTap no cause autismo. Plotkin mentirá sobre las vacunas y el autismo para impulsar las vacunas. Plotkin  admite que las proteínas del suero de ternera en las vacunas pueden sensibilizar (causar el desarrollo de alergia a la proteína). 

Plotkin especula que la proteína del suero de ternero se elimina por completo de las vacunas. El está equivocado. 
La admisión de este defecto fundamental en las vacunas implica automáticamente que las vacunas también causan asma,  autismo y trastornos autoinmunes.
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La intolerancia a la leche no es tanto por la lactosa como por la proteína caseína


Como sabéis -vosotros mismos puede que lo sufráis- hay muchas personas con sensibilidad y/o alergia a la lactosa de la leche. En realidad, lo que casi siempre se estudia es la intolerancia a la lactosa pero lo realmente inflamatorio es la caseína. Resulta que la lactosa es un azúcar que requiere de una enzima llamada lactasa para su digestión, los niveles de lactasa disminuyen con la edad y muchas personas no la producen de manera eficiente por cuestiones genéticas.
La cantidad lactasa también disminuye por la alteración de la microbiota o flora intestinal que hace poco os expliqué en un post titulado La microbiota intestinal o el “cerebro de las emociones”.
La lactosa genera síntomas como gases y fermentaciones cuando no se metaboliza. Sin embargo, las proteínas de la leche de vaca son las que tienen un tamaño molecular grande y generan más inflamación.
Además los péptidos (fragmentos que se producen en la digestión de las proteínas; las proteínas están formadas por péptidos) derivados de su digestión tienen un carácter antigénico elevado y también puede generar una mala tolerancia inmunológica.
De ahí que el problema no sea tanto la lactosa sino las caseínas.
La caseína (del latín caseus, «queso») es una proteína presente en la leche y en algunos productos fermentados derivados como el yogur o el queso. En la leche, se encuentra asociada al calcio. El contenido de esta proteína en la leche de distintas especies de mamíferos es diferente. La leche humana no solo contiene menor proporción de proteínas, sino que además presenta menos cantidad de caseínas que las restantes especies, casi la mitad.
Hace poco se publicó un estudio interesante sobre las proteínas de la leche y cómo la respuesta inflamatoria en roedores es diferente frente a la leche de distintas razas de vaca. Es decir, sabemos que la proteína láctea es inflamatoria pero está estudiándose también si además influye la raza del animal.
Esta es la primera revisión sistemática de estudios publicados que investigan los efectos gastrointestinales de la β-caseína bovina A1 (A1) en comparación con la β-caseína bovina A2 (A2). La revisión es relevante para la práctica nutricional dada la creciente disponibilidad y promoción en muchos países de productos lácteos libres de A1 tanto para la nutrición infantil como para la adulta.
Se incluyeron estudios in vitro e in vivo (todas las especies). Los criterios de inclusión en el trabajo abarcan todos los estudios de investigación primaria en inglés publicados hasta el 12 de abril de 2017.
Se excluyeron los estudios sobre queso y productos lácteos fermentados. Solo se incluyeron análisis con conclusiones sobre los efectos en el aparato gastrointestinal.
En total fueron 39 estudios a revisar y sacar conclusiones. El consumo in vivo de A1 en relación con A2 retrasa el tránsito intestinal en roedores. En roedores también se vincula el consumo de A1 con la iniciación de marcadores de respuesta inflamatoria en relación con los controles de A2.
En humanos, hay evidencia de un número limitado de estudios que el consumo de A1 también se asocia con el tránsito intestinal tardío (un estudio clínico) y la consistencia de las heces flojas (dos estudios clínicos). Además, la incomodidad digestiva se correlaciona con los marcadores inflamatorios en humanos para A1 pero no para A2. Se requiere investigación adicional en humanos para investigar los efectos de la función digestiva de A1 en relación con A2 en diferentes poblaciones y configuraciones dietéticas.
Cuando se cita A1 y A2 se refiere a distintos tipos de razas que producen una leche diferente, concretamente cambian el tipo de beta caseínas que tienen, el tipo de proteínas. Son estudios que no llegan a ser del todo concluyentes, pero quedaros con que está estudiando, todavía más en animales que en humanos, si el tipo de leche de distintas razas de vaca también influye sobre la tolerancia.
Sobre la leche hay mucha controversia y no tanto publicado. Además, en nutrición hay un problema, los estudios muchas veces no son concluyentes porque la “dieta” es muy compleja, el hábito del grupo estudiado es multifactorial y de difícil control y el objeto de estudio puede alterarse por muchos factores de estilo de vida que no permiten que los resultados sean concluyentes. Además de la poca inversión que se hace en estudios sobre alimentos.
No obstante, recalcar sobre las caseínas de la leche de vaca lo escrito: Su tamaño molecular es distinto al de la leche materna. Además, la leche materna es rica en IgA, la inmunoglobulina más abundante en la leche (deficiente en el intestino inmaduro del niño, de hecho la leche humana estimula la producción de la propia IgA en las células del tracto intestinal del niño) y esto permite una mejor tolerancia a los antígenos de la leche.
Una alternativa a la leche de vaca son las llamadas «leches vegetales».
Dicha sustancia son anticuerpos específicos que conforman el mecanismo de inmunidad de las personas. La protección que el niño recibe a través de la leche materna pues es considerable. Calculada por kilogramos de peso corporal, el niño amamantado en manera exclusiva recibe 0,5 g de IgA por día.
Su concentración alcanza de 100 a 140mg/100ml. La leche de vaca fresca contiene 3mg/100ml de IgA.
La IgA del calostro y de la leche madura, recubre la mucosa intestinal y previene la absorción de macromoléculas extrañas cuando el sistema inmune del niño aún es inmaduro. Las proteínas de la leche materna son específicas de la especie humana, por lo que los niños amamantados no desarrollan anticuerpos contra ellas.
La beta-lactoglobulina, porción proteica más importante del suero en la leche de vaca, tiene un gran potencial alergénico. La hipersensibilidad a la leche de vaca es responsable de al menos el 20% de las alergias infantiles, debido a que la mucosa intestinal del lactante no tiene un mecanismo que impida el paso de proteínas enteras a la sangre.
Los síndromes alérgicos asociados con la leche de vaca incluyen gastroenteropatías, dermatitis atópica, rinitis, enfermedad pulmonar crónica, eosinofilia, alteración del crecimiento y muerte súbita. Fijaos que se ha relacionado una reacción anafiláctica a la leche de vaca con la muerte súbita. Los síntomas gastrointestinales incluyen cólicos, diarrea, sangre en las deposiciones, vómitos, pérdida de peso, malabsorción, colitis y alteración del crecimiento.
La experiencia clínica de numerosos médicos y nutricionistas en patologías crónicas no da lugar a dudas, retirar los lácteos en personas con “disbiosis intestinal” y “síndrome de permeabilidad aumentada” es un factor clave para controlar síntomas.

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