lunes, 22 de diciembre de 2025

Byung Chul Han, filósofo: "Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia. El silencio de tu casa es el único lugar donde todavía puedes escucharte".

 crecimiento personal

Byung Chul Han, filósofo: "Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia. El silencio de tu casa es el único lugar donde todavía puedes escucharte"

Un espacio donde podemos ser, sin exigencias ni testigos; donde hacer y no hacer tienen el mismo valor.



Encuentro con el filosofo Byung-Chul Han. (EFE)

Por 

En una época en la que la protesta suele asociarse al ruido, la confrontación o la presencia masiva en las calles, el filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han propone una revolución mucho más silenciosa y, paradójicamente, más radical: volver a casa. Galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 y conocido por obras como 'La sociedad del cansancio' o 'Vida contemplativa', Han sostiene que el gesto más antisistema hoy no es gritar, sino callar; no es correr, sino detenerse; no es exponerse, sino resguardarse.

 

Su crítica a la sociedad del rendimiento desmonta uno de los mandatos más profundamente interiorizados de la modernidad: estar disponible, activo y productivo en todo momento. Han denuncia que la hiperconexión, la autoexplotación y la obsesión por mostrar cada instante de nuestras vidas en redes sociales han erosionado por completo nuestra capacidad de descanso. Frente a esa maquinaria de exposición constante, él eleva el hogar a categoría de trinchera. “Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia”, afirma, porque es la única manera de desactivar el imperativo de la productividad total.

Para el filósofo, el capitalismo contemporáneo “odia el vacío y el silencio”. Nos ha enseñado a temer las horas muertas, la falta de estímulos, la ausencia de una prueba digital de que estamos “haciendo” algo. Sin embargo, según Han, es precisamente en ese tiempo improductivo, anónimo y silencioso cuando más soberanos somos. Ahí, lejos del ruido exterior, recuperamos el derecho a escucharnos y a existir sin que nadie mida nuestro rendimiento.

 

Esta defensa del hogar no implica romantizar el aislamiento ni abandonar la vida social, sino reclamar un espacio donde el silencio no produzca culpa. Es una reivindicación de la “casa como bastión de libertad”, un refugio donde vivir sin testigos, sin mercado y sin la obligación de mostrarse. Una idea que conecta con la llamada hogarterapia, una corriente que propone convertir la vivienda en un entorno sano, equilibrado y consciente capaz de sostener nuestro bienestar emocional.

La casa, más que un espacio funcional, se convierte así en un exoesqueleto —un hogar-templo— que nos protege y nos regenera. Al “encender el fuego” del hogar, explican sus defensores, podemos potenciar nuestra salud, reencontrar el propósito vital, recuperar la calma frente al estrés, mejorar nuestras relaciones, estimular la creatividad o incluso ordenar nuestras finanzas desde un mayor equilibrio interno. Bajo ese techo, la vida vuelve a coger ritmo propio.

 

No se trata solo de quietud. Como recuerda la monja zen Kankyo Tannier, autora de La magia del silencio, “quedarse en casa no significa quedarse quieta”. El silencio también es movimiento interior y, cuanto mejor nos conocemos, menos miedo tenemos a quedarnos a solas con nosotras mismas. En la misma línea, Marie Kondo reivindica los “desahogos creativos”: actividades sencillas que nos reconectan con nuestra brújula interna y nos devuelven la sensación de significado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario