Cuando la Enfermedad se Convierte en un Negocio
por José Manuel Fernández Rangel
Publicado el 27 de Agosto del 2.003.
José Manuel Fernández Rangel, 25 años de edad, es actualmente estudiante de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, España. Es editor de un boletín sobre medicinas alternativas, espiritualidad, orientalismo, temas sociales, de la Nueva Era y extraterrestres, llamado "ORIENTA2", editado para la Asociación Española de Sanadores Espirituales (AESE) y colabora en la revista de sanación "Homo Amans" deesa misma organización. Hasta el presente lleva más de 3 años practicando yoga. Es investigador de temas tales como el Tantra o Tao y también investiga temas Pleyadianos. Ha investigado las técnicas de control mental del Método Silva para el Control Mental. Es estudiante de Sanación Espiritual por Arquetipos, con un primer nivel (hay tres niveles y se necesitan dos años de práctica para poder sanar en un centro).
Publicado en este Sitio Web con permiso del autor.
Cuando la enfermedad se convierte en un negocio se vulnera uno de los derechos fundamentales de todo ser: la salud.
Osho dijo: “estar enfermo significa estar desconectado del Todo”. A partir de esta definición podemos decir que la Salud es el estado de conexión con la fuente, con el origen de Todo.
Privar a una persona de su derecho a estar sana es privarla de poder conocer su propia Esencia.
En la Antigua China se dejaba de pagar al médico en el momento en el que el paciente enfermaba. En la medicina actual pagamos un servicio pensando que nos atenderán cuando caigamos enfermos.
Comprender esta diferencia es de vital importancia, pues es entender la diferencia entre medicina preventiva y la medicina correctiva. Mientras en la primera el médico se preocupa porque el paciente se encuentre sano, en la segunda, el médico sólo se preocupa del paciente cuando se encuentra enfermo.
Pero si realmente hay algo que diferencia a la primera de la segunda, es que la medicina preventiva dota al paciente de todos los medios necesarios para que él mismo sea su propia fuente de salud, es decir, le enseña a conectarse con el Origen, con el Todo, y a volver a reconectarse si fuese necesario. ¡Hablando en plata, se ayuda al paciente a ser autosuficiente, independiente, libre! Y por esto mismo es por lo que hay muy pocos tipos de medicinas a los que se puedan calificar de preventivas. Muy pocas son las que nos ayudan a restablecer la unión con las energías telúricas, con las energías del cosmos y con nuestro poder interior de autosanación, que es el que permite que fluyan.
Cuando una persona pierde la conexión con la Fuente, si no sabe reconectarse, se vuelve dependiente de todo aquel que tenga los medios necesarios para devolverle la salud.
|
Cuando una persona pierde la conexión con la Fuente, si no sabe reconectarse, se vuelve dependiente de todo aquel que tenga los medios necesarios para devolverle la salud.
Actualmente, la medicina tradicional se enfoca hacia la enfermedad, trata la consecuencia, el efecto, pero nunca la causa última de la enfermedad, que no es otra que la desunión. Y es aquí donde radica el problema. Crea dependencia. Si no nos proporcionan las herramientas necesarias para que nosotros mismos seamos nuestra propia fuente de salud, volveremos a caer enfermos.
A esto se le llama convertir la enfermedad en un negocio. Es importante llamar a las cosas por su nombre:
- La medicina convencional es en su mayoría correctiva, está enfocada hacia la enfermedad y nos hace dependientes.
- El sistema médico tradicional está sustentado por un grupo de poder muy influyente: la industria farmacéutica.
La industria farmacéutica es la principal objetivadora y creadora de esta dependencia: fabrica fármacos que podemos ver, tocar, oler, consumir y nos dice que estos son el único remedio para restablecer la salud. Cuando, realmente, en su mayoría, lo único que hacen es activar mecanismos de defensa y autosanación que existen en nuestro organismo. Por tanto, esta industria nos priva de conocer que el remedio está en nosotros, nos priva de nuestros dones, de nuestra fuente de poder, de nuestra voluntad de autosanación. Nos extrae el don de sanación, lo encapsula, nos lo vende y nos dice: “esto es lo que te cura”. Y si “no hay remedio” para la enfermedad, nos condena al fatalismo.
¡Nadie nos devuelve la salud, somos nosotros mismos, con nuestro organismo, con nuestros pensamientos, con nuestra conciencia los que permitimos o no que vuelva el estado natural de salud! Nos pueden ayudar a volver a ese estado de equilibrio, pero siempre seremos NOSOTROS MISMOS los que en última instancia permitiremos esto. Jesucristo cuando realizaba un milagro solía decir “TU FE TE HA SALVADO”.
Cuando un ser es capaz controlar sus pensamientos, su mente y su cuerpo, puede reorganizar en un instante toda su estructura molecular con sólo desearlo. Pero no interesa que sepamos esto, porque se acaba el negocio.
Ocultar esta posibilidad es un crimen contra el ser humano.
No se puede tratar a una persona como una enfermedad, debemos negarnos al hermetismo profesional de la medicina. El enfermo debe saber que es lo que le ocurre y cuáles son las posibilidades y límites de la medicina con la que le tratan.
Las enfermedades pueden verse desde un óptica distinta (“La Enfermedad como camino”, Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, Plaza y Janés Editores, S.A. Madrid, 1.992), como un proceso, como un mensaje o aviso, como un aprendizaje. Pero si no se permite que el paciente participe activamente en su propia curación, impediremos que aprenda la lección, y aunque se haya curado, si la lección no ha sido aprendida, si no se le ha permitido llegar a la causa del bloqueo, del desequilibrio, para remediarlo, sólo se habrá atajado el efecto, la consecuencia, y la enfermedad volverá a reaparecer, pues la causa sigue actuando, ¡y hemos estado enfermos para no aprender nada!
Puede parecer duro decir que la solución o fuente de salud está en nosotros, cuando hay personas que luchan y se enfrentan con todas sus fuerzas a una enfermedad y no consiguen curarse. A veces no hay remedio para una enfermedad, pero si que hay un aprendizaje, una sabiduría que se obtiene al vivir con ella. Pero si se trata a la persona como un número, como una estadística, como unos síntomas y una enfermedad, y olvidamos que tras esa enfermedad hay un ser vivo que ha de tomar parte en el proceso de curación, estaremos quitando significado a su dolor, y a todas las experiencias que vive y siente esa persona, y de esta forma su enfermedad y sufrimientos pueden resultar estériles.
Insisto, es importante poner cada cosa en su sitio. Aunque pueda parecer obvio, la industria farmacéutica crea, en su mayoría, medicinas para enfermos, no para personas sanas, porque estas últimas no las necesitan. Mientras siga habiendo enfermedades y enfermos habrá negocio. Si un fármaco no genera rentabilidad no interesa esa clase de fármaco. ¿Qué ocurre con todas las enfermedades huérfanas? Aquellas que por no suponer un número suficiente de enfermos, no van a generar beneficios y, por tanto, no renta investigar una solución. ¿Por qué en la mayoría de los países no se incluye la salud dental en la seguridad social (salvo excepciones como Francia, etc.)? La higiene dental es uno de los pilares fundamentales de la salud, el estado de nuestra dentadura condiciona la calidad y el tiempo de vida de una persona.
En 1.993, el Doctor colombiano Manuel Elkin Patarroyo donó a la Organización Mundial de la Salud la vacuna contra la malaria (cuya respuesta inmunológica estaba entre un 40 y 60% en adultos, y hasta un 77% en niños mayores de un año). La malaria causa anualmente la muerte de 3 millones de personas y afecta a 300 millones. La OMS, presionada por los grandes laboratorios farmacéuticos, quiso evadir el compromiso adquirido con Patarroyo, argumentando que la efectividad y los resultados no eran suficientes. Si se donaba la patente a la Humanidad, las empresas farmacéuticas no podrían sacar suficientes beneficios de la vacuna. Por suerte, el 24 de febrero de 1995 el acuerdo fue ratificado entre ambas partes. Pero actualmente hay una carrera por conseguir una vacuna con mayor respuesta inmunológica. Si los grandes laboratorios se adelantan al grupo de Manuel Elkin Patarroyo, 300 millones de personas o más tendrán que pagar altos precios por “SU SALUD”.
¿Qué ocurre actualmente con el SIDA? ¿Cuánto vale el cóctel de medicamentos necesarios para mantener a raya el retrovirus (VIH o HIV)? El precio varía, dependiendo del país de venta y el grupo farmacéutico que los suministra, de unos 1.200 a 8.000 dólares anuales o más por paciente . En la actualidad hay unos 36 millones de personas con SIDA. La mayoría de los afectados por esta pandemia pertenecen a lo que se denomina el Tercer Mundo. Más de un billón de personas, principalmente del Tercer Mundo, sólo cuentan con un dólar al día para vivir. Saquemos cuentas.
Son tantas las preguntas que habría que formular y tantas las respuestas que nos han de dar.
Se considera a la cirugía el niño prodigio de la medicina (y es cierto que son muchos los logros y avances conseguidos en este campo). Pero si analizamos con objetividad lo que supone la cirugía, nos daremos cuenta que ésta —salvo en intervenciones por trauma, accidente o patología de nacimiento— no es más que la prueba evidente del fracaso de la medicina convencional, la cual, en su intento por restablecer la salud, ha de hacer uso de medios traumáticos para lograr su objetivo.
Son muchos los estudios que han demostrado que la medicina preventiva es mucho más rentable y supone un ahorro mayor para los estados. Esta consiste en la concienciación, modificación de hábitos de vida, pautas y medidas de higiene, conductas sexuales; ejercicio, alimentación, control de natalidad (y, por el ahorro que supone, se está tratando de implantar en los países subdesarrollados). Sin embargo, la medicina correctiva requiere infraestructuras (hospitales, clínicas, etc.), formación profesional altamente cualificada, instrumental, fármacos, etc., que exigen grandes inversiones. La pregunta es: ¿Por qué se ha fomentado la medicina correctiva en detrimento de la preventiva? ¿Por qué no ha habido un desarrollo equilibrado y complementario entre ambas? Para mí la respuesta la respuesta está clara: la dependencia del sistema médico actual con respecto a la industria farmacéutica. La enfermedad genera más beneficios que la salud pues nos hace dependientes. Si estamos enfermos somos privados de la conexión con el Todo, por tanto, no somos libres ....
Este escrito no trata de menospreciar la medicina convencional. Son muchas las personas que hoy están vivas gracias a ella. Lo que se critica aquí es el enfoque de la misma, las presiones a las que se ve sometida, y su falta de visión holística.
No es recomendable prescindir a la ligera de la medicina convencional, pues en general, nuestro estado de dependencia y hábitos de vida son tales que no duraríamos mucho si tomásemos tal decisión. Lo interesante sería ir combinando la medicina tradicional con aquellos tipos de medicina, disciplinas, prácticas y formas de vida que nos permitan recuperar la verdadera fuente de salud:
NOSOTROS MISMOS.
José Manuel Fernández Rangel.
::::>><<:::>><<:::>><<:::>><<:::>><<:::>><<:::: font="font">
Codex Alimentarius Commisona - ¡¡Amenaza a la Humanidad!!
Original en Inglés tomado de: http://www.drrath.com/mr-publishing-internet/uk/codex/codex.htm . Título original: Codex Alimentarius Commisona - Threat To Humankind!! Traducción al Español por Luis Prada.
Hay una industria completa con un interés económico innato para obstruir, suprimir y desacreditar cualquier información acerca de la erradicación de las enfermedades. La industria farmacéutica hace más de mil billones de dólares de la venta de drogas para las enfermedades en curso. Estas drogas pueden aliviar los síntomas, pero no pueden curar. Tenemos que darnos cuenta que la misión de esta industria es hacer dinero de las enfermedades actuales. La cura o erradicación de una enfermedad lleva al colapso del mercado multi-millonario de las farmacéuticas.El propósito natural y la fuerza motora de la industria farmacéutica es incrementar las ventas de las drogas farmacéuticas para las enfermedades en curso y encontrar nuevas enfermedades para el mercadeo de las drogas existentes.
Por esta pura naturaleza, la industria farmacéutica no tiene interés en la cura de las enfermedades. La erradicación de cualquier enfermedad inevitablemente destruye un mercado en dólares multi-billonario de las drogas de prescripción como una fuente de ingresos. Por tanto, las drogas farmacéuticas son desarrolladas primeramente para aliviar los síntomas, pero no para curar.
Si las terapias de erradicación de las enfermedades son descubiertas y desarrolladas, la industria farmacéutica tienen un interés inherente en suprimir, desacreditar y obstruir estos avances médicos a fin de asegurar que las enfermedades continúen como la pura base para un mercado lucrativo de drogas de prescripción.
El interés económico de la industria farmacéutica en sí mismo es la razón principal del por qué ningún avance médico ha sido hecho para el control de la mayoría de enfermedades comunes tales como la enfermedad cardiovascular, alta presión sanguínea, falla cardiaca, diabetes, cáncer, y osteoporosis, y por qué estas enfermedades continúan como epidemias a una escala mundial.
Por las mismas razones económicas, la industria farmacéutica ahora ha formado un cartel internacional con el nombre codificado de "Codex Alimentarius" con el objetivo de proscribir cualquier información de la salud en conexión con las vitaminas y para limitar el libre acceso a las terapias naturales a una escala mundial.
Al mismo tiempo, las compañías farmacéuticas ocultan la información pública acerca de los efectos y riesgos de las drogas de prescripción y son omitidos o abiertamente negados los efectos colaterales que amenazan la vida.
A fin de asegurar el estatus quo de este engañoso esquema una legión de grupos de presión farmacéuticos es empleada para influenciar la legislación, controlar las agencias reguladoras (por ejemplo, la FDA), y manipular la investigación médica y la educación. Son usadas caras campañas de publicidad y agencias de relaciones públicas para engañar al público.
Millones de personas y de pacientes por todo el mundo son estafados dos veces: Un porción mayor de sus ingresos es usada para financiar las fabulosas ganancias de la industria farmacéutica. En retorno, ellos solo ofrecen una medicina que ni siquiera cura.
---------------------------------
[Dr. Rath Foundation], © 2001 Matthias Rath Publishing Inc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario