jueves, 1 de julio de 2021

El tercer género de la India. Hijras, las hijas de los Kinnars.

 

El tercer género de la India. Hijras, las hijas de los Kinnars



Fuente: Anna lofi

Los hijras, el tercer sexo


No son hombres ni mujeres. Propiamente no son transexuales ni travestis. Tampoco son necesariamente eunucos, ni hermafroditas, ni homosexuales. Más bien se consideran “transgender”. Se llaman hijras, una de las comunidades más desconocidas, controvertidas y estigmatizadas del mundo.

 

Cuenta la leyenda que, hace más de 20.000 años, el soldado Aravan, hijo de Arjuna, se lamentaba por morir soltero el día antes de librar la gran batalla. Había prometido su sangre a los dioses como ofrenda para la victoria y ninguna mujer deseaba casarse con un hombre que moriría la noche siguiente.
Pero el dios Krishna escuchó el lamento y se transformó en Mohini, una bellísima doncella, para unirse a él.
Al día siguiente Aravan murió, y Krishna lloró por él como una viuda.

Para conmemorar estos hechos, los hijras (también llamados “aravanis” en el sur del país) peregrinan cada abril-mayo a Koovagam, en Tamil Nadu, para celebrar allí su boda con Krishna y honrar al marido muerto, engalanados como novias y como viudas en una colorida fiesta.

Hijras en el festival de Koovagam

La religión hindú destaca por no tener una definición de sexos demasiado clara. Sus dioses a veces son diosas, o viceversa. Incluso a veces se reconoce un “tercer sexo” que ostenta a la vez las cualidades masculinas y femeninas.

Los hijras hacen gala de ese “tercer sexo”. Han formado parte de la vida cotidiana en India desde la antigüedad y han disfrutado del reconocimiento social a lo largo de la historia. Por ejemplo, durante el imperio mogol los hijras ejercían de cuidadoras de los hijos del emperador y consejeras de Estado, tenían amplias propiedades y sirvientes.
Pero con la llegada del imperio británico y sus estrictas normas morales, los hijras fueron condenadas al ostracismo.

Foto por: Michael Foley (Flickr)

Sin embargo, su influencia en las clases populares sigue siendo evidente en la actualidad. Se cree que poseen el poder de bendecir o maldecir y de favorecer (o impedir) la fertilidad, por lo que habitualmente son requeridas en el nacimiento de un bebé, una boda, una inauguración… También se acude a ellas para librarse del mal de ojo o para solicitar su influencia antes de una decisión importante.
A cambio, reciben generosas ofrendas en forma de dinero, arroz, saris, azúcar, etc. Todo el mundo tiene especial cuidado con esto, ya que una ofrenda escasa puede resultar en una maldición. Sus poderes mágicos despiertan temor y admiración en una cultura tan supersticiosa.

Actualmente la comunidad hijra se organiza en casas, regentadas por un “nayak” (suele ser el hijra más anciana) que les protege y representa. Allí aprenden y practican el canto, la danza y diversos rituales mágicos; también disfrutan del reconocimiento de las gentes del barrio.

Sin embargo, a los hijras les suele acompañar el estigma de la prostitución, a pesar de que la gran mayoría han renunciado a llevar una vida sexual activa.
Aunque la homosexualidad está en proceso de despenalización (desde 2009), se les discrimina a menudo por considerarlas transexuales. Por ello no es extraño encontrarlas mendigando unas rupias con su particular estilo, altanero, escandaloso, burlón.

Se calcula que hay entre 2 y 4 millones de hijras en toda India. Aunque la mayoría nacieron varones, se refieren a sí mismas en femenino y visten ropas de mujer, sin que ello les otorgue identidad femenina, lo que les diferencia claramente de nuestros paradigmas culturales acerca de la homosexualidad o transexualidad. De hecho, India es el único país del mundo que ha reconocido el género «eunuco» como algo distinto de «masculino» y «femenino» hasta el punto de incorporarlo como opción en el pasaporte (la «E» de Eunuch se ha sumado a las opciones «M» de Male y «F» de Female).

En Occidente se suele hablar de ellas como “eunucos” o “hermafroditas”, dando por hecho una modificación genital que sólo a veces se produce, aunque es cierto que ellas mismas consideran que un verdadero hijra es aquel que está castrado.

Distintas organizaciones, como Sangini Trust o Sangama, luchan por el reconocimiento de sus derechos y su identidad.

Fuente: https://www.lasociedadgeografica.com/blog/curiosidades/los-hijras/



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