La dignidad personal es reconocer que merecemos algo mejor
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.
Última actualización: 22 octubre, 2021
Las personas tenemos un precio, un valor indiscutible llamado dignidad personal. Es una dimensión incondicional que nos recuerda cada día que nadie puede ni debe utilizarnos. Somos libres, seres valiosos, responsables de nosotros mismos y merecedores a su vez de un adecuado respeto.
La dignidad personal es, sin duda, uno de los conceptos más interesantes a la vez que descuidados dentro del campo del crecimiento personal. De algún modo, a muchos se nos ha olvidado que esta dimensión no depende del reconocimiento externo. Nadie tiene por qué otorgarnos un valor determinado para que nosotros mismos nos sintamos merecedores de obsequios.
“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca meramente como medio”.
-Immanuel Kant-
Qué es la dignidad personal
Cómo afirma Íñigo de Miguel en su artículo “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”: “actualmente, la mayor parte de los autores consideran que la dignidad esencial del hombre se basa en tres hechos: su capacidad de emitir juicios morales, su libertad para decidir acerca de sus acciones y su intelectualidad, esto es, la posibilidad que tiene de generar conceptos abstractos“.
De Miguel explica que diferentes estudios apuntan a que la palabra dignidad tiene su origen en el sánscrito, “concretamente en la raíz dec, que querría decir ser conveniente, conforme, adecuado a algo o alguien“. Más adelante, el latín añadió el sufijo “-mus”, quedando el término “decmus”, que derivaría en “dignus”. Así pues, con el paso de los años en castellano pasó a ser “digno” y de ahí “dignidad”.
La dignidad personal es una cualidad inherente que viene de “fábrica”. Tal y como dijo Martin Luther King una vez, no importa cuál sea tu oficio, no importa el color de tu piel ni cuánto dinero tengas en tu cuenta bancaria. Todos somos dignos y todos tenemos la capacidad de construir una sociedad mucho mejor basada en el reconocimiento de uno mismo y en el de los demás.
Sin embargo, dignidad y vulnerabilidad siempre van de la mano. Porque esta cualidad innata depende directamente de nuestro balance emocional y de la autoestima. De hecho, en ocasiones basta con que alguien nos quiera mal para que no nos sintamos dignos de ser amados. Basta también con que pasemos una temporada sin empleo para llegar a pensar que no somos dignos ni útiles para esta sociedad.
Te proponemos reflexionar sobre ello con nosotros.
Qué no es dignidad personal
Entender desde bien temprano que merecemos lo mejor, que debemos ser respetados por lo que somos, tenemos y nos caracteriza, no es orgullo. Defender nuestra identidad, nuestra libertad y nuestro derecho a tener voz propia, opinión y unos valores, no es narcisismo. En el momento que entendemos todo esto, nuestra personalidad se refuerza y conseguimos una adecuada satisfacción interna.
Sin embargo, hemos de admitirlo, si hay una dimensión de nuestro bienestar psicológico que más secuelas deja tras haberla descuidado, olvidado o dejado en manos de otros, es ella, la dignidad. De ahí que siempre debamos recordar algo muy sencillo a la vez que ilustrativo: la esperanza no es lo último que una persona debe perder; en realidad, lo que jamás debemos perder es la dignidad personal.
Veamos a continuación de qué maneras se nos escapa este valor, este principio de fortaleza interior.
Perdemos la dignidad personal cuando…
La dignidad no son unas llaves que ponemos en nuestros bolsillos y que de vez en cuando dejamos a otros para que nos las guarden. Tampoco es una posesión material. Es un valor intransferible, incondicional, propio y privado de cada uno. No se deja, no se pierde ni se vende: va contigo SIEMPRE.
- Las personas perdemos nuestra dignidad cuando nos dejamos humillar y boicotear de forma sistemática.
- Perdemos nuestra dignidad de forma fulminante cuando dejamos de amarnos a nosotros mismos.
- La dignidad se pierde cuando nos volvemos conformistas y aceptamos mucho menos de lo que merecemos.
- Por curioso que nos parezca, también podemos dejar escapar esta dimensión en el momento en que nos excedemos. Ese momento en el en que exigimos privilegios y vulneramos el sentido del equilibrio y la igualdad respecto a nuestros semejantes.
Tal y como podemos ver, no solo la falta de seguridad personal y de amor propio genera la pérdida de esta raíz de nuestro bienestar. A veces, hay quien se vuelve indigno en el momento en que da el paso hacia el abuso, hacia la falta de consideración y el egoísmo extremo.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/dignidad-personal-merecemos-algo-mejor/
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SÁBADO, 1 DE JUNIO DE 2013
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