martes, 1 de noviembre de 2022

Quien siembra verdad no siempre cosecha confianza.// Sinceridad y sincericidio ¿cuál es la diferencia?.

 

Quien siembra verdad no siempre cosecha confianza



Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 28 julio, 2019



Quien siembra verdad no siempre cosecha confianza

Quien acostumbra a sembrar verdad, por asombroso que parezca, no siempre recibe confianza. Cuando hablamos de sinceridad estamos sin duda ante un arma de doble filo ante la que muchos se sienten incómodos e incluso amenazados, porque en ocasiones, resulta más cómodo vivir en la mentira. La verdad, es al fin y al cabo ese espejo, donde no todos desean verse reflejados.

El tema no deja de ser curioso, porque mientras casi todos nosotros reaccionamos ante la mentira al verla como un tipo de agresión o una forma directa de eludir la realidad, hay quien prefiere un trato más aséptico dominado por las medias verdades antes que por la honestidad “sanadora”.

Siempre elegiré saber la verdad más cruel a vivir en la más dulce de las mentiras, pero también sé que no todos están preparados para ello. Porque la sinceridad y la honestidad duelen, y en ocasiones, decirla en voz alta aleja a la mayoría…

Algo que valdría la pena practicar en el día a día, más que una verdad “descarnada”, es aprender a no decir nunca lo contrario de lo que pensamos. Solo así cuidaremos de nuestro bienestar emocional y seremos congruentes con nuestros valores y necesidades. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

mujer sujetando un tarro con luciérnagas que representa la verdad

El efecto de la verdad y la honestidad

En nuestra cotidianidad, la mayoría de nosotros hacemos uso de las “mentiras piadosas”. Le comentamos a una amiga que tiene buen aspecto aunque le veamos unas ligeras ojeras, tranquilizamos a nuestros padres diciéndoles que estamos bien, aunque ese día tengamos un resfriado. Con ello, mantenemos un equilibrio funcional porque son situaciones que calificamos de “baja trascendencia”.

Ahora bien, cuando las circunstancias son diferentes y estas, generan además diversos problemas de mayor o menor magnitud, hacemos uso de la honestidad. No obstante, hay quien ni siquiera concibe las “mentiras piadosas” porque para ellos, pequeñas mentiras generan al final grandes falsedades, y la falsedad, es algo que sus personalidades no conciben.

Es aquí donde suelen aparecer sin duda muchos problemas de convivencia, porque quien siembra la verdad en el día a día, es visto por otros como ese “oráculo de Delfos” que todo lo revela, que todo lo descarna y que a nadie respeta. La honestidad es el apego a nuestra rectitud y dignidad y porque una verdad a medias siempre seguirá siendo una mentira entera por mucho que se camufle.

Mujer liberando una paloma de sus manos

La verdad no nos hará libres pero nos ayudará a vivir mejor

Imaginemos ahora esas reuniones de familia donde en ocasiones, solemos guardar silencio ante algún comentario poco adecuado u ofensivo que ciertos parientes suelen lanzarse entre sí. Lejos de soportarlo más, decidimos alzar la voz y decir la verdad sobre lo que nos parece dicho comportamiento. Es muy probable que no asuman bien dicha reacción, e incluso que nos dediquen un reproche, pero a nosotros dicho desahogo, nos permitirá sin duda sentirnos mucho mejor.

Quien se molesta y se enoja cuando les revelas la verdad, son aquellos que prefieren vivir en la mentira.

A pesar de que a menudo suela decirse aquello que la verdad no es más que la percepción personal de cada uno, hay aspectos que lejos de ser neutros o inocuos reclaman una reacción. Nos demandan asertividad y que levantemos nuestra voz para ser honestos, directos y ante todo, congruentes con nuestras creencias. No obstante. también hemos de tener claro que hay un límite, y el límite está en no practicar el “sincericidio”.

Te lo explicamos a continuación.

Cara con mariposas, proceso de renovación de la muerte

La verdad  y sus propósitos esenciales

La verdad siempre debería tener como propósito mejorar nuestra convivencia y favorecer el respeto mutuo. Ello implica un aspecto esencial a tener en cuenta: que la verdad no debe usarse nunca como forma de agresión o humillación.

  • Dentro del budismo la verdad se concibe como una forma de “iluminación”. Su marco teórico es realmente útil en este contexto, porque lo que se busca es ante todo cultivar la sinceridad en el día a día como forma de sabiduría compartida. A su vez, se transmite la concepción de que todos nosotros debemos estar preparados para los cambios, para todo aquello que nos traiga la vida ya sea bueno o malo. Asumir las verdades es parte de la aceptación personal.
  • La verdad debe poderse digerir y aceptar para más tarde, generar un cambio y un conocimiento. Si nos limitamos a maquillarla no generamos nada, si la encubrimos lo único que hacemos es alimentar aún más la mentira. Así pues, es necesario ofrecer la verdad a los demás en su lado menos agresivo o cruel y sin llegar al “sincericidio”. Por ello, las formas son importantes. (No es lo mismo “he dejado de quererte” que “no sé cómo llegué a enamorarme de ti”)
mariposas alrededor de perilla de luz

Para concluir, vale la pena hacer un uso saludable de esa verdad que duele pero que siempre acaba sanando, porque aquellos que se limitan a inventar mentiras, primero consuelan y luego matanNo es lo adecuado.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/siembra-verdad-no-cosecha-confianza/

Sinceridad y sincericidio ¿cuál es la diferencia?


Adriana Díez

Escrito y verificado por la psicóloga Adriana Díez.

Última actualización: 16 septiembre, 2022


El sincericidio es el exceso de la honestidad, es llevar al extremo una verdad sin filtros hasta el punto de hacer daño a los demás
Sinceridad y sincericidio ¿cuál es la diferencia?

¿Es bueno decir siempre toda la verdad? ¿Se valora realmente la sinceridad de las personas? ¿Cuándo hablamos de sinceridad y cuándo lo hacemos de sincericidio? Hablar de sincericidio significa decir la verdad sin prudencia, sin límites, sin tener en cuenta lo que siente o desea el otro. En definitiva, se podría decir que la sinceridad aplicada sin inteligencia puede ocasionar daños innecesarios.

Lo mejor sería utilizar la verdad para ayudar y la sinceridad para construir, pero nunca para derruir o derribar a otros. Tengamos en cuenta que la verdad es un arma muy poderosa, que no debe carecer de empatía e inteligencia social.

Por otro lado, puede que cuando hagamos uso del sincericidio utilicemos la verdad sin tener en cuenta al otro, sin respetar su persona. Hay quien lo hace solo para desahogarse, expresando realidades objetivas que dañan en momentos que no son adecuados.

Entonces, para no herir, ¿hay que mentir? La explicación no es tan sencilla como decir la verdad o mentir; a veces, una verdad no va a servir para nada o va a empeorar la situación. Lo que mejor podemos hacer será comunicar aquello que queremos decir, pero con sensibilidad, encontrando el momento y el contexto adecuado o buscando la mejor forma de hacerlo.

“Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado”

-George Sand-

Pareja hablando sobre el sincericidio

La mentira y el buen uso de la verdad

Un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience demostró que cuando mentimos, la amígdala, el área que trabaja en nuestro cerebro cuando realizamos esta acción, va disminuyendo su activación a medida que decimos mentiras. Es decir, que se desensibiliza ante la repetición de tal acción.

  • Con esto podemos concluir que, al mentir, hacemos que nuestro cerebro se relaje y se acostumbre a no decir la verdad.
  • Sin embargo, nuestra función está no en mentir, sino en aprender a seleccionar y trasmitir la verdad.
  • Nuestras relaciones sociales no van a resistir demasiado si no le ponemos ciertos filtros a lo que comunicamos, con independencia de que mensaje que trasmitimos se ampare en la realidad o no.

Como hemos señalado, el sincericidio no nos proporciona mejores habilidades, ni mejora nuestra autoestima ni nos ayuda a mejorar nuestras relaciones sociales.

Lo que sí nos ayuda es la sensibilidad; ciertas verdades hay que trasmitirlas con la delicadeza con la que se posa una pluma. Otras hay que guardarlas hasta que llegue el momento, otras no compartirlas nunca porque no son de mayor interés y con otras hay que hacer una comunicación gradual, de manera que la persona tenga tiempo para asimilarla.

Quienes saben expresar lo que sienten sin dañar son los verdaderos héroes, aquellos que se toman tiempo para medir sus palabras y hacer que con sus acciones o su lenguaje se mejore al entorno o a las personas que le rodean.

¿Es bueno decir siempre la verdad o es sincericidio?

La psicóloga Claudia Castro Campos realizó un estudio cognitivo sobre la mentira y afirmó que a lo largo del día decimos como mínimo una o dos mentiras. Algunas son grandes otras pequeñas, pero las utilizamos para transformar la realidad más a nuestro favor.

Conocemos el dicho de que los borrachos y los niños nunca mienten. Esto ocurre cuando nuestros sistemas cerebrales de censura e inhibición quedan relajados, al estar ebrios o cuando aún somos muy jóvenes. En los pequeños no funcionan del todo como en los adultos, están formándose, pero nuestra capacidad cerebral y la sociedad nos preparan para ocultar la verdad o maquillarla con la intención de controlar su impacto.

“Lo que debería prevalecer no es tanto ser 100% sincero, sino no decir nunca lo contrario de lo que pensamos”.

-Carmen Terrasa-

Quienes tienen buenas habilidades sociales son quienes saben ser sinceros, pero sin hacer daño. No se trata de mentir, sino de transmitir la información de forma adecuada. 

No se trata tampoco de ser la persona más sincera del mundo sino el que mejor comunica la verdad. Lo mejor es mantenernos fieles a nosotros mismos sin olvidar el daño que podamos hacer a los demás. La verdad, trasmitida con inteligencia y motivada por la buena intención, siempre será productiva.

Perfil de las personas sincericidas

Lo más probable es que todos, en algún momento, nos hayamos comportando con entera sinceridad. Y es que es normal que adoptemos esta postura en situaciones determinadas, como cuando abordamos un tema sensible y nos cuesta contenernos. Sin embargo, lo ideal es que ésta forma de reaccionar sean excepciones y no el denominador común de nuestra forma de ser.

Si la sinceridad sin filtro de vuelve un patrón constante de nuestra personalidad, entonces estaremos haciendo daño a los demás y a nosotros mismos. Pues dejamos de relacionarnos de una forma sana y constructiva.

Por su parte, es pertinente destacar que ese apego a la verdad del sincericida suele esconder conflictos internos profundos. Por ejemplo, suelen ser personas que creen que no están siendo lo suficientemente valoradas por los demás, y por ello, utilizan la verdad desmedida para mantener el control de la situación y reafirmar su seguridad.

Son personas que están convencidas de que solo ellos son sinceros y que los demás no cuentan toda la verdad o mienten. Además, suelen tener:

  • Baja inteligencia emocional: pues no sabe cómo conectar y empatizar con las emociones del resto; por ello dice todo lo que desea, sin pensar que puede herir o molestar a los demás.
  • Dificultad en las habilidades sociales: son personas inseguras y con rigidez mental que no saben cómo desenvolverse correctamente en situaciones sociales. Pues, les resulta complicado valorar otros puntos de vista y tener en cuenta opiniones diferentes a la propia.

De manera que, saber decir la verdad con tacto, es sin duda un arte que no todos saben dominar. Ahora bien, si hacemos uso de la Inteligencia Emocional, encontraremos esa base desde la cual, vertebrar nuestro comportamiento y relaciones sociales. Trabajamos en ello a diario.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/sinceridad-sincericidio-la-diferencia/

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