martes, 25 de octubre de 2022

Cómo descansar sin culpa.// Descansar la mente es tan importante como descansar el cuerpo.

Cómo descansar sin culpa


Andres Camilo Espinosa Poveda

Escrito y verificado por el psicólogo Andres Camilo Espinosa Poveda.

Última actualización: 25 julio, 2022


 ¿Cómo descansamos? ¿Qué nos permitimos hacer en nuestro tiempo libre? ¿Qué pasa con esa sensación de culpa que emerge cuando tenemos la sensación de haber estado perdiendo el tiempo? En este artículo, vamos a responder a estas y otras interesantes preguntas.

Cómo descansar sin culpa

Puede parecer extraño sentir culpa por descansar, pero es más común de lo que parece. Tal vez conozcas la sensación.

Acaba el fin de semana y pasaste todo el tiempo en casa, viendo tu serie favorita con tu familia o tus amigos. Al planear la semana laboral piensas en que no adelantaste nada de trabajo o que no hiciste las labores del mantenimiento del hogar que tenías pensadas, y te inunda una sensación de culpa. Entonces, te prometes que no volverá a pasar… ¿Te ha pasado alguna vez?

Aunque puede parecer que esos sentimientos de culpa son parte de una actitud de perseverancia y motivación por ser mejor, lo cierto es que hacen más mal que bien. Generan un malestar que irónicamente disminuye nuestra productividad.

Descansar sin culpa no solo es bueno para la salud, sino que es un derecho que todos tenemos. En esta ocasión vamos a desmontar algunas ideas falsas que nos impiden ejercer ese derecho.

¿De dónde viene la culpa?

La culpa es una emoción que se construye socialmente, por lo cual su funcionamiento depende de la cultura y de los valores interiorizados. Eso quiere decir que aquello que nos hace sentir culpables es, en gran parte, lo que nuestro medio social nos indica que debe hacernos sentir culpables.

Podemos decir que la culpa surge cuando alguna conducta contradice una norma que hemos interiorizado. No basta con que la norma exista o con que estemos al tanto de ella; tiene que ser una regla que se ha incorporado a nuestro sistema de creencias.

Las normas que rompemos y que generan culpa pueden ser determinadas por la religión, la ley, la tradición, entre otras. La culpa por descansar también puede estar influenciada por el modelo económico en el que vivimos.

Mujer pensando
En la actualidad se premian el éxito y la productividad, por lo que es muy fácil sentir culpa en los días libres, al no enfocarlos en hacer algo relacionado con el rendimiento.

El problema de la productividad

En nuestra cultura se resaltan conceptos como la competencia, la productividad, el éxito, y se definen bajo una mirada económica. Así, solemos entender como actividades productivas aquellas que pueden traducirse en ganancias, ya sean directas o indirectas, y el éxito se mide en función de los ingresos. Es un enfoque bastante limitado, lo sabemos, y la propia cultura denuncia ese hecho, pero sigue sucediendo.

En contraste, otros conceptos, como el tiempo libre, el ocio o el descanso, son valorados de manera negativa. Puedes tener tiempo libre, por supuesto, pero parece que necesariamente hay que llenarlo con algo productivo. Y claro que puedes trasgredir esta construcción, pero al hacerlo puedes tener la sensación de estar dejando de ser competitivo, de estar dejando escapar oportunidades que otros aprovecharán.

¿Puedes identificar alguna de esas ideas? A veces están tan interiorizadas que no nos damos cuenta de que las tenemos, pero están presentes en la publicidad, en las conversaciones cotidianas, en las personas que admiramos y vemos como ejemplo, y en la cultura en general.

Si no es hacer ganancias, es crecimiento personal

Tal vez no nos presionemos por ser productivos desde el punto de vista financiero, pero sí desde la idea del crecimiento personal. Está bien, no tenemos que estar generando dinero todo el tiempo, pero sí tenemos que invertir nuestra energía en actividades que produzcan un supuesto desarrollo propio. Eso suena muy bien, pero veamos cómo agrega presiones inadecuadas.

Vemos como aceptable dedicar el tiempo libre a pasatiempos que de alguna manera producen un valor, aunque sea intangible. Hacer ejercicio, por ejemplo, es visto como algo bueno, pero solo si produce resultados visibles. Si la actividad física no se traduce en un cuerpo más atlético y se practica solo por diversión, entonces no sirve. “¿Para qué sigues yendo al gimnasio si no está funcionando?”. Hacerlo solo por gusto no es válido.

Con la lectura pasa algo similar. Cuando una persona lee habitualmente se considera como algo positivo, pero luego entra en juego el tipo de lectura. Las novelas de ficción o la poesía no siempre son vistas como temáticas productivas, porque no generan un valor que sea fácil de medir. En lugar de eso, muchas veces se prefieren libros con temática de autoayuda, porque se tiene la idea de que transmiten un mensaje que es “útil” para el crecimiento personal.

Leer algo solo porque es divertido, relajante o emocionante a veces se interpreta como una pérdida de tiempo, irónicamente ignorando los beneficios que la literatura de ficción puede traer a nivel social y emocional.

Queremos medirlo todo, y mostrarlo todo

¿Ves cuál es el problema? Nuestra cultura asfixia por su obsesión por mostrar resultados, por demostrar que lo que hacemos con nuestra vida tiene un efecto medible, incluso presumible.

Si tenemos tiempo libre debemos invertirlo en algo, no importa mucho en qué con tal de que podamos mostrárselo a otros. Puede ser generar dinero, eso es fácil de presumir. Pero también puede ser en parecer más cultos, o en vernos atléticos, o en tener una familia que se vea feliz, o en tener una casa muy limpia…

La lista es muy diversa. Y todas esas cosas están bien; si las quieres, ve a por ellas sin dudarlo. El problema es pensar que la alternativa está mal, y en buscar ser productivo solo por cumplir una expectativa social.

Si haces actividad física, lo mejor es que sea una que te guste; si lees, sea lo que sea que leas, es bueno que lo disfrutes; si inicias un negocio, te irá mejor si además de en el dinero piensas en poner tu corazón en ello.

Y si no quieres hacer nada de eso, también está bien. El descanso es muy productivo en realidad: te trae bienestar, ayuda a tu cuerpo a funcionar correctamente y mejora tu humor. Claro, a esas cosas no le puedes tomar fotos para las redes sociales, ni puedes pavonearte delante de tus compañeros de trabajo. Pero esas cosas son tuyas, son para ti, y eso las hace perfectamente válidas.

Mujer descansando
Descansar mejora la salud física y mental.

Eliminar la culpa

Recuerda que la culpa viene cuando sentimos que hemos transgredido una norma o violado un principio. Para poder descansar sin culpa necesitamos entender que está bien no ser productivo todo el tiempo.

Reconocer que invertir tiempo en nosotros mismos es bueno y necesario, y que no tenemos que cumplir con expectativas ajenas; si tenemos algún deber, es buscar nuestro bienestar y el de nuestros semejantes.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/como-descansar-sin-culpa/

Descansar la mente es tan importante como descansar el cuerpo


Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 21 enero, 2022



Concedernos un descanso mental entre periodos en los que le exigimos rendimiento a nuestro cerebro ayuda a su funcionamiento. Es una forma de darle aire, de podar aquellos pensamientos que nada aportan.
Descansar la mente es tan importante como descansar el cuerpo

Descansar la mente, silenciar el pensamiento discursivo y desactivar la preocupación es sinónimo de salud y bienestar. Sin embargo, hemos de admitirlo, somos nómadas de la hiperactividad mental, saltamos de una idea a otra, vamos del recuerdo a la obsesión, de la obsesión al estrés hasta acabar agotados. Somos incapaces de desconectar aun estando de vacaciones, aun permaneciendo tumbados sobre la cama.

A muchos les sorprenderá saber que cerca del 90% de los pensamientos que tenemos al día carecen de utilidad. Nuestras neurosis se alimentan precisamente de esas ideas carentes de lógica, de las mismas que alimentan ansiedades y ponen alambradas al potencial humano. Pensar es un acto sencillo, venimos al mundo con esa habilidad, no obstante, ‘pensar bien’ y saber cuándo descansar el cerebro es algo que no todo el mundo sabe hacer.

El autocuidado, va más allá de atender nuestro cuerpo, de peinarnos y vestirnos, de mantener una alimentación saludable y de hacer ejercicio de manera regular. También se trata de aprender a descansar la mente. A veces, ‘no pensar’ durante un tiempo determinado nos ayuda a vivir mejor.

“Somos adictos a nuestros pensamientos. Y no podremos cambiar nada cambiamos primer nuestro pensamiento “.

Santosh Kalwar-

Mujer con luz en la cabeza

Descansar la mente, controlar el pensamiento

Tenemos más de 60.000 pensamientos al día. Ese flujo de energía mental es algo sencillamente maravilloso. Gracias a esa facultad excepcional, hemos creado todo lo que nos envuelve, hemos asentado la cultura, las sociedades y llevado sondas espaciales para conocer la superficie de Marte. Ahora bien, la mente puede hacer milagros, puede mediar en la creatividad, en nuestra felicidad, pero también en nuestro malestar.

Algo realmente común en gran parte de las personas con ansiedad es desmenuzar cada cosa hecha, dicha, vista o sentida. Analizan sus conversaciones para torturarse sobre lo que deberían haber dicho y lo que no. Sitúan su mirada en el futuro anticipando acontecimientos con una probabilidad asociada lejana a la certeza. Se obsesionan con los errores, alimentan ideas que saben a miedos y a negatividad… Sus discursos mentales conforman lo que podríamos denominar como ‘pensamientos basura’.

Estos últimos enfoques mentales se caracterizan por dos dimensiones básicas: son falsos y son pegajosos. Es decir, la idea basura es esa que uno da por cierta (soy un fracasado) y que es incapaz de quitársela de la mente. Es como ese chicle en el zapato que nos impide avanzar. En estos casos, no solo es higiénico descansar la mente, también es recomendable apartar esos ciclos de pensamiento que nada construyen…, y mucho destruyen.

Los efectos de la mente agotada

Una mente habitada por pensamientos basura (negativos, falsos y pegajosos) deriva en un estado muy debilitante. Cuando pasamos por una época con una elevada preocupación y ansiedad, empezamos a evidenciar ciertos fallos cognitivos. Aparecen problemas de concentración, fallos de memoria, problemas de atención…

Ahora bien, en un estudio publicado en el International Journal of Stress Management y llevado a cabo en la Universidad de Neuchâtel, Suiza, se demostró que el agotamiento mental largamente mantenido en el tiempo (o cuando nos decimos aquello de ‘estoy quemado’) deriva a menudo en una depresión mayor.

Tenemos un músculo mental capaz de establecer periodos de descanso

Este dato es interesante. Nuestro cerebro está ‘diseñado’ para tener períodos de descanso regulares. En realidad, en nuestro día a día lleva a cabo dos tipos de procesos. El primero es el que requiere de una concentración activa y consciente; es esa que nos permite realizar tareas, resolver problemas, analizar lo que vemos, tomar decisiones, recordar, pensar…

Ahora bien, el cerebro dispone también del estado  ‘piloto automático’. Esto sucede cuando nos quedamos absortos viendo un paisaje o la televisión, cuando paseamos en tranquilidad, cuando estamos leyendo pero nos damos cuenta de que no estamos centrados y no hemos entendido nada. En esos instantes, la mente está, pero se mantiene alejada, desconectada en cierto modo.

mano con mariposa simbolizando cómo descansar la mente

Aprender a descansar la mente ¿cómo hacerlo?

Descansar la mente no es tumbarse sobre una hamaca, ni cerrar los ojos ni ponerse una serie de Netflix. En realidad, para desconectar la mente se requiere de cierto esfuerzo y voluntad, porque a menudo, aún estando frente a un mar y de vacaciones, nuestra mente sigue con su hiperactividad y nerviosismo.

Veamos por tanto algunas estrategias que pueden ayudarnos.

  • Toma conciencia de tus sentidos. La mente hace mucho ruido pero por una vez, vamos a salir de su palacio para viajar hasta nuestros sentidos. Por un instante, vamos a centrarnos en lo que siente nuestra piel, lo que ven nuestros ojos, lo que olemos, lo que escuchamos…
  • Estrategia diente de león. Mientras nos permitimos ‘escuchar a nuestros sentidos’ para descansar la mente, es posible que nos asalte de pronto algún pensamiento (mañana tienes esa reunión, ayer cometiste un error, la semana que viene tienes ese viaje…). Cuando esto ocurra, llevaremos a cabo la técnica diente de león. Imaginaremos que en la mano tenemos esta planta y que, al soplar, se esparcen -con las semillas- nuestros pensamientos molestos.
  • Nubes en un día de vientoEl monje y maestro vietnamita Thich Nhat Hanh señala lo siguiente “no hay que pegarse a los pensamientos y a los sentimientos. Dejemos que tal y como vengan se vayan como nubes en un día ventoso”.

Hagamos esto último a la hora de descansar la mente, dejemos que esos pensamientos disruptivos se vayan tal y como vienen. Lo inútil, mejor, dejarlo marchar.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/descansar-la-mente-es-tan-importante-descansar-cuerpo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario