¿Qué es la zona de confort – y qué no es?
La zona de confort es un espacio seguro donde no arriesgamos, pero tampoco crecemos. No es simplemente un espacio físico sino un concepto psicológico. No se limita a un cordón seguro que hemos construido a nuestro alrededor, sino que incluye tanto nuestras rutinas cotidianas como nuestra manera de pensar. Por tanto, puede convertirse en la excusa perfecta para no hacer, no arriesgarse, no crecer y, en última instancia, no vivir.
Fuera de la zona de confort ocurren cosas mágicas, se produce el cambio y el crecimiento, pero también se encuentra la temida zona de pánico, por lo que es importante hallar un justo equilibrio en la vida sustentado en un conocimiento profundo de lo que es la zona de confort y qué podemos hallar cuando superamos sus confines.
¿Cómo surgió el concepto de zona de confort?
El concepto zona de confort se remonta a un experimento clásico en Psicología realizado en 1908 por los psicólogos Robert M. Yerkes y John D. Dodson, quienes descubrieron que un estado de comodidad relativa genera un nivel constante de rendimiento.
Sin embargo, también puntualizaron que para mejorar ese rendimiento necesitamos experimentar cierto grado de ansiedad, salir a conquistar un espacio en el que el estrés aumenta un poco. Llamaron a ese espacio «ansiedad óptima», e indicaron que se encuentra justo fuera de las fronteras de nuestra zona de confort.
Así crearon lo que se conoce como la Ley de Yerkes-Dodson, que se puede comprender mejor en este gráfico:
Experimentos posteriores confirmaron su teoría y precisaron que la motivación y el esfuerzo por alcanzar un objetivo aumentan hasta que la expectativa de éxito o el nivel de incertidumbre alcanza el 50%, por encima de esa cifra comenzamos a desmoralizarnos, nos desmotivamos y el nivel de ansiedad es tan elevado que nos desequilibra y nos lleva a cometer errores.
¿Qué es la zona de confort donde vivimos?
La zona de confort podría ser el sofá del salón donde preferimos quedarnos en vez de salir a explorar el mundo, las tiendas donde siempre compramos, el trabajo en el que llevamos más de 10 años o el destino turístico al que regresamos año tras año. Sin embargo, también es nuestra manera de responder ante una crítica, la forma de enfrentar las oportunidades que encierran riesgos e incluso la manera de relacionarnos con nuestra pareja y/o padres.
El concepto de zona de confort se refiere a un estado psicológico en el que nos sentimos seguros y no experimentamos ansiedad ni miedo. Es un “espacio” que conocemos de principio a fin donde lo controlamos todo – o casi todo.
Los hábitos que seguimos con asiduidad son los que nos permiten construir esa zona de confort ya que sabemos exactamente – o al menos tenemos la ilusión de saber – qué podemos esperar a cada paso que damos. Al minimizar la incertidumbre, sentimos que lo tenemos todo más o menos bajo control, por lo que creemos que estamos a salvo.
Por tanto, el concepto de zona de confort se refiere a un patrón de comportamiento que seguimos para mantener un nivel de ansiedad neutral. Para ello recurrimos a un repertorio limitado de conductas, creencias y afectos que nos permiten mantener un nivel de desempeño estable y aceptable, sin asumir riesgos que puedan generar ansiedad.
Eso significa que, si queremos mantenernos dentro de la zona de confort para sortear los riesgos y la incertidumbre, debemos asumir una actitud pasiva o de evitación ante la vida. No obstante, esa sensación de seguridad se paga caro porque también vamos perdiendo los incentivos para vivir y no tardaremos en caer en las garras de la monotonía y la apatía.
Esa es la razón por la que nos apegamos a ciertos lugares, tradiciones, hábitos y/o personas, evitando cualquier elemento que introduzca novedad porque también significa incertidumbre y caos. Como resultado, la zona de confort es un espacio que hemos ido conquistando pero que a su vez también nos ha conquistado o subyugado.
Los 2 espacios hacia los que gravitamos inconscientemente
A pesar de que cada zona de confort es única, como norma general solemos gravitar hacia dos espacios cuando buscamos seguridad: la zona de confort del pasado y la zona de confort del presente.
1. Zona de confort del pasado
Se trata de un espacio muy limitante ya que, aunque puede resultar cómodo, no tenemos la oportunidad de cambiar lo ocurrido. Recordar el pasado puede reconfortarnos, pero mantenernos en su red nos impedirá seguir creciendo.
Nos encontramos en este espacio cada vez que nos refugiamos en el pasado cuando el presente o el futuro se dibuja con colores grises. Nos encontramos en ese espacio cuando recurrimos a viejas creencias o soluciones que no son adaptativas, solo porque son lo que conocemos, de manera que en vez de mirar al futuro, nos aferramos a lo conocido.
2. Zona de confort del presente
No muy lejos de la zona de confort del pasado se encuentra la zona de confort del presente. Es donde nos encontramos hoy, un gran agujero negro compuesto por las rutinas que nos conducen una y otra vez por los caminos que conocemos.
En este espacio se encuentran todos los hábitos que ponemos en práctica sin preguntarnos si son los más adecuados para alcanzar nuestras metas. Es todo eso que hacemos por simple comodidad pero que realmente no nos conduce al sitio donde nos gustaría estar ni nos convierte en la persona que querríamos ser. La zona de confort del presente son todos esos automatismos que nos atrapan impidiéndonos alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.
Generalmente nos refugiamos en la zona de confort del pasado cuando tenemos miedo y nos movemos en la zona de confort del presente por simple pereza.
Señales de que estamos atrapados en nuestra zona de confort
Abraham Maslow escribió que el crecimiento puede “considerarse como una serie interminable de elecciones y decisiones diarias, en cada una de las cuales uno puede elegir entre regresar a la seguridad o avanzar hacia el crecimiento”. Salir de la zona de confort, en gran parte, facilita ese crecimiento.
Sin embargo, dado que la zona de confort es un espacio que se construye lentamente a lo largo de los años, muchas veces no nos damos cuenta de que estamos atrapados en su interior. Estamos tan acostumbrados a nuestros hábitos y estilo de vida que no nos percatamos de cómo limitan nuestras posibilidades de crecer y convertirnos en la persona que nos gustaría ser o atrevernos a hacer todas esas cosas con las que siempre hemos soñado.
Algunos signos que indican que debes salir de tu zona de confort son:
- No creces desde el punto de vista emocional e intelectual, sino que experimentas una profunda apatía.
- Te sientes profundamente desmotivado, ningún nuevo proyecto o plan te anima lo suficiente.
- Te cierras a las nuevas ideas ya que estas no encajan con tu sistema de creencias perfectamente estructurado.
- Tienes miedo a asumir riesgos, por lo que prefieres dejar pasar las buenas oportunidades con la excusa de que podrías perder más que ganar.
- Desde hace meses o años sigues la misma rutina, de manera que hace mucho que no experimentas esa increíble sensación de estar vivo que genera probar cosas nuevas.
- Te sientes más aislado y comienzas a pensar que todo carece de sentido ya que no encuentras nada estimulante en tu rutina cotidiana.
- No aprendes nada nuevo que pueda aportarle un toque de color diferente a tu vida porque sientes que estás bien así, aunque en el fondo experimentas un gran vacío, como si necesitaras algo más, aunque no sabes exactamente qué es.
- Tu vocabulario se ha llenado de palabras como “me gustaría”, “quizá”, “vamos a ver”… Esas palabras vagas que señalan un deseo permanentemente postergado pero que en realidad son una expresión del miedo a salir de la zona de confort.
- Procrastinas mucho, una señal que a menudo indica que no te gusta donde estás o lo que estás haciendo.
- Dices “no” continuamente a todos los planes e ideas nuevas que te proponen y que implican un cambio en tu rutina o manera de hacer las cosas.
7 buenas razones para salir de la zona de confort
El escritor estadounidense Max DePree dijo: «no podemos convertirnos en lo que queremos ser, permaneciendo en lo que somos en la actualidad«. Sin embargo, existen muchos otros buenos motivos para animarse a salir de la zona de confort.
- Te prepara para los tiempos difíciles. Por muy seguros que nos sintamos en nuestra zona de confort, ese espacio no nos protegerá de los problemas, los cuales suelen aparecer en la vida de manera inesperada generando una gran incertidumbre. Si no estamos acostumbrados a los cambios, esos problemas pueden desestabilizarnos e incluso generar trastornos psicológicos. Aprender a vivir fuera de la zona de confort, lidiando con la novedad, los imprevistos y la incertidumbre nos convertirá en personas más fuertes emocionalmente que podrán manejar mejor la adversidad cuando esta se presente.
- Serás más productivo. La comodidad mata la productividad porque sin esa pequeña dosis de ansiedad que acompaña los plazos y las expectativas tenemos la tendencia a hacer el mínimo necesario para conseguir resultados mediocres. En resumen, la zona de confort nos aboca a la mediocridad, a contentarnos. Otra posibilidad es que caigamos en la «trampa del trabajo», fingir que estamos «demasiado ocupados» como una excusa para permanecer dentro de nuestra zona de confort y evitar cosas nuevas. Ir un poco más allá de nuestros límites puede hacer que recuperemos el empuje necesario y mejoremos nuestra productividad de mil maneras posibles, incluso recurriendo a la creatividad.
- Tus límites serán cada vez más amplios. Una vez que ponemos un pie fuera de nuestra zona de confort, esta se amplía, lo cual significa que nos convertirnos en personas más abiertas al cambio. Adoptar esta actitud nos permite ser capaces de lidiar con la “ansiedad óptima” sin que esta nos moleste, al contrario, aprendemos a usarla a nuestro favor, aprovechando la energía que nos reporta.
- Aumentará tu creatividad. La zona de confort representa todo aquello que conocemos y sabemos. Fuera se encuentra otro mundo por descubrir. En la zona de confort no aparecen grandes ideas ni realizamos grandes descubrimientos, es necesario salir de lo conocido para encontrar la inspiración que aguijonee la creatividad. Solo entonces seremos capaces de generar nuevas ideas, ver viejos problemas bajo una perspectiva diferente y establecer conexiones originales. En este sentido, un estudio realizado en la Universidad de Florida comprobó que los estudiantes que pasaban tan solo un semestre fuera de su país obtenían mejores puntuaciones en los test de creatividad que aquellos que se habían quedado estudiando en la misma universidad.
- Ganarás autoconfianza. Salir de la zona de confort da un poco de miedo, pero cuando lo hacemos y conseguimos nuestros objetivos experimentamos una increíble sensación de empoderamiento. En práctica, cuando somos capaces de lidiar con situaciones que nos atemorizan un poco, comprendemos que somos mucho más fuertes de lo que pensamos, lo cual refuerza nuestro autoconcepto. Además, a medida que superamos los obstáculos vamos ganando habilidades que pasan a formar parte de nuestra mochila de herramientas para la vida. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Duke reveló que las personas que suelen salir de su zona de confort tienen más confianza en sus capacidades para desarrollar con éxito tareas desafiantes.
- Te sentirás más vivo. Al salir de la zona de confort conocemos a nuevas personas y vivimos nuevas experiencias. Algunas de esas experiencias no serán positivas pero otras se convertirán en un motor impulsor que nos dé nuevas energías. Pronto descubriremos que esa sensación de vacío desaparece, simplemente porque aprendemos a disfrutar más de la vida. En este sentido, psicólogos de la Universidad de Haifa comprobaron que las personas a las que animaban a salir de su zona de confort reportaban una mayor satisfacción vital y sentirse más felices que aquellas que simplemente se mantenían dentro de los límites de lo conocido, siguiendo sus rutinas cotidianas.
- Envejecerás mejor. Un estudio realizado en la Universidad de Texas reveló que salir de la zona de confort nos ayuda a conservar las capacidades cognitivas a medida que envejecemos. Mantener la mente activa y plantearse nuevos retos es fundamental ya que representan una importante fuente de estimulación tanto a nivel mental como social. Por consiguiente, mantenerse dentro de la zona de confort significa estar fuera de la zona de mejora.
¿Cómo salir de la zona de confort sin entrar en la zona de pánico?
Una vez que sabemos qué es la zona de confort y los problemas que puede causar apegarnos demasiado a los hábitos y cosas conocidas, resulta evidente que es necesario salir de ese círculo vicioso en el que nos hemos metido. Para ello debemos asumir que experimentar un poco de ansiedad de vez en cuando es positivo porque nos mantiene vivos, nos fortalece y nos ayuda a crecer.
Sin embargo, también es importante mantener bajo control ese nivel de ansiedad, lo cual significa que no hay necesidad de lanzarse al vacío sin paracaídas, podemos salir de nuestra zona de confort dando un paso a la vez, deteniéndonos cuando sintamos que la ansiedad o el miedo comienzan a crecer en intensidad.
Hay personas que pueden salir de su zona de confort dando un gran salto porque pueden gestionar ese nivel de ansiedad. Hay otras que necesitan dar pequeños pasos a la vez. Lo importante no es cómo lo hagas ni el ritmo que lleves, sino que seamos capaces de expandir cada vez más nuestros horizontes.
En cualquier caso, el secreto radica en encontrar un equilibrio en el que esa ansiedad por lo nuevo y desconocido genere un estado positivo, no debe hacer que nos sintamos mal. Para ello debemos asegurarnos de mantenernos en la zona de crecimiento.
En este gráfico se aprecia que la zona de crecimiento es aquella donde podemos llegar a dar lo mejor de nosotros, enfrentando nuevos desafíos con un nivel de ansiedad aceptable. En la zona de crecimiento podemos aprender cosas nuevas, enriquecer nuestros puntos de vista, modificar nuestros hábitos y experimentar.
Al contrario, caer en la zona de pánico puede llegar a ser paralizante y aterrador, haciendo que regresemos asustados a guarecernos en la zona de confort originaria. En la zona de pánico experimentamos una profunda sensación de falta de control y temor a perder lo que hemos conseguido.
Hay quienes afirman que un paso más allá de la zona de pánico nos espera una zona mágica, pero lo cierto es que no es imprescindible experimentar ese espacio que tanto malestar puede generarnos si nos aseguramos de ampliar continuamente nuestra zona de crecimiento. Estos ejercicios para salir de la zona de confort te permitirán ir ampliando tu zona de crecimiento sin experimentar demasiada ansiedad.
De hecho, debemos ser conscientes de que trascender la zona de confort encierra cierto grado de incertidumbre e incomodidad. Debemos estar preparados para abrazar lo incierto ya que si nos sentimos excesivamente amenazados por los sucesos impredecibles, sobre todo aquellos que plantean un desafío a nuestra competencia y ponen en riesgo nuestras necesidades de control y previsibilidad, existen grandes probabilidades de que corramos a buen reparo a nuestra zona de confort para sentirnos seguros.
No debemos olvidar que la incertidumbre y la imprevisibilidad pueden amenazar nuestra integridad psicológica, representando una dura prueba para nuestro ego. Las investigaciones sugieren que cuando debemos tomar ciertas decisiones, tenemos la tendencia a mantener el statu quo y evitar implementar nuevas soluciones.
A veces, simplemente preferimos mantenernos en los límites de lo conocido por miedo a fallar. Otras veces lo hacemos por simple pereza. A fin de cuentas, mantener los estados predeterminados requiere menos esfuerzo mental e implica una amenaza psicológica menor que el cambio. Por esa razón, es importante que seamos plenamente conscientes de todos los desafíos que nos esperan fuera de la zona de confort, de manera que dar ese paso no se convierta en un trauma.
No es conveniente vivir eternamente fuera de la zona de confort
Es importante salir de la zona de confort, pero tampoco debe convertirse en una obsesión. Debemos tener en cuenta que no podemos vivir fuera de nuestra zona de comodidad todo el tiempo. De vez en cuando es útil regresar a ese espacio donde nos sentimos seguros para procesar tranquilamente nuestras experiencias.
De hecho, si cometemos el error de olvidarnos por completo de esa zona de confort caemos en el riesgo de sufrir lo que se llama “adaptación hedonista”, que significa que las cosas y experiencias nuevas dejan de impresionarnos y ya no nos hacen sentir vivos pues nos hemos acostumbrado a la descarga de adrenalina que producen. Esa es la razón por lo que lo increíble se vuelve ordinario en muy poco tiempo.
Por tanto, no tenemos que ver la zona de confort como nuestra enemiga, como muchos gurús del Desarrollo Personal afirman, es una oportunidad para crecer pero también un espacio donde reconfortarnos.
Por último, este vídeo explica de manera didáctica qué es la zona de confort y cómo salir de ella. Vale la pena cada minuto.
Russo, G. & Cohen, G. L. (2022) ‘If you’re uncomfortable, go outside your comfort zone’: A novel behavioral ‘stretch’ intervention supports the well-being of unhappy people. The Journal of Positive Psychology; 18(3): 394-410.
Kiknadze, N. C. & Leary, M. R. (2021) Comfort zone orientation: Individual differences in the motivation to move beyond one’s comfort zone. Personality and Individual Differences; 181: 111024.
Park, D. et. Al. (2014) The Impact of Sustained Engagement on Cognitive Function in Older Adults: The Synapse Project. Psychol Sci; 25(1): 103-112.
Lee, C. S. et. Al. (2012) On the Cognitive Benefits of Cultural Experience: Exploring the Relationship between Studying Abroad and Creative Thinking. Cognitive Psychology; 26(5): 768-778.
Yerkes, R. M. & Dodson, J. D. (1908) The relation of strength of stimulus to rapidity of habit formation. Journal of Comparative Neurology and Psychology; 18: 459-482.
Fuente: https://rinconpsicologia.com/que-es-la-zona-de-confort/
por Jennifer Delgado 29 Agosto 2017
Cada uno de nosotros tiene su propia "zona de confort", un concepto que no se limita a un lugar real sino que más bien es un constructo psicológico que define nuestra rutina en la vida cotidiana.
El concepto zona de confort se remonta a un experimento clásico en psicología realizado en 1908 por los psicólogos Robert M. Yerkes y John D. Dodson, quienes explicaron que un estado de comodidad relativa generaba un nivel constante de rendimiento.
Sin embargo, también puntualizaron que para mejorar ese rendimiento necesitamos experimentar cierto grado de ansiedad, salir a conquistar un espacio en el que el estrés aumenta un poco.
¿Qué es la zona de confort en la que vivimos?
La zona de confort podría ser el sofá del salón donde preferimos quedarnos en vez de salir a explorar el mundo, las tiendas donde siempre compramos, el trabajo en el que llevamos más de 10 años o el destino turístico al que regresamos año tras año.
El concepto de zona de confort se refiere a un estado psicológico en el que nos sentimos seguros y no experimentamos ansiedad ni miedo. Es un "espacio" que conocemos de principio a fin y en el que lo controlamos casi todo.
Los hábitos que seguimos con asiduidad son los que nos permiten construir esa zona de confort ya que sabemos exactamente qué podemos esperar de cada situación.
Para mantenernos dentro de la zona de confort debemos evitar los riesgos y la incertidumbre, lo cual significa que adoptamos una actitud pasiva ante la vida. Esa sensación de seguridad se paga caro porque también vamos perdiendo los incentivos para vivir y caemos en las garras de la monotonía y la apatía.
Señales de que estamos atrapados en nuestra zona de confort
Dado que la zona de confort es un espacio que se construye lentamente a lo largo de los años, muchas veces no nos damos cuenta de que estamos atrapados en su interior.
Algunos signos que indican que debes salir de tu zona de confort son:
No creces desde el punto de vista emocional e intelectual sino que experimentas una profunda apatía.
Te sientes profundamente desmotivado, ningún nuevo proyecto o plan te anima lo suficiente.
Te cierras a las nuevas ideas ya que estas no encajan con tu sistema de creencias perfectamente estructurado.
Tienes miedo a asumir riesgos, por lo que prefieres dejar pasar las buenas oportunidades con la excusa de que podrías perder más que ganar.
Desde hace meses o años sigues la misma rutina, de manera que hace mucho que no experimentas esa increíble sensación de estar vivo que genera probar cosas nuevas.
Te sientes más aislado y comienzas a pensar que todo carece de sentido ya que no encuentras nada estimulante en tu rutina cotidiana.
No aprendes nada nuevo que pueda aportarle un toque de color diferente a tu vida porque sientes que estás bien así, aunque en el fondo experimentas un gran vacío, como si necesitaras algo más.
7 razones para salir de la zona de confort
El escritor estadounidense Max DePree dijo:
"No podemos convertirnos en lo que queremos ser, permaneciendo en lo que somos en la actualidad".
Te prepara para los tiempos difícilesPor muy seguros que nos sintamos en nuestra zona de confort, ese espacio no nos protegerá de los problemas, los cuales suelen aparecer en la vida de manera inesperada generando una gran incertidumbre.Si no estamos acostumbrados a los cambios, esos problemas pueden desestabilizarnos e incluso generar trastornos psicológicos.Aprender a vivir fuera de la zona de confort, lidiando con la novedad, los imprevistos y la incertidumbre nos convertirá en personas más fuertes emocionalmente que podrán manejar mejor la adversidad cuando esta se presente.
Serás más productivoLa comodidad mata la productividad porque sin esa pequeña dosis de ansiedad que acompaña los plazos y las expectativas tenemos la tendencia a hacer el mínimo necesario para conseguir resultados mediocres.En resumen, la zona de confort nos aboca a la mediocridad, a contentarnos.Otra posibilidad es que caigamos en la "trampa del trabajo", fingir que estamos "demasiado ocupados" como una excusa para permanecer dentro de nuestra zona de confort y evitar cosas nuevas.Ir un poco más allá de nuestros límites puede hacer que recuperemos el empuje necesario y mejoremos nuestra productividad de mil maneras posibles, incluso recurriendo a la creatividad.
Tus límites serán cada vez más ampliosUna vez que ponemos un pie fuera de nuestra zona de confort, esta se amplía, lo cual significa que nos convertirnos en personas más abiertas al cambio.Adoptar esta actitud nos permite ser capaces de lidiar con la "ansiedad óptima" sin que esta nos moleste, al contrario, aprendemos a usarla a nuestro favor, aprovechando la energía que nos reporta.
Aumentará tu creatividadLa zona de confort representa todo aquello que conocemos y sabemos.Fuera se encuentra otro mundo por descubrir. En la zona de confort no aparecen grandes ideas ni realizamos grandes descubrimientos, es necesario salir de lo conocido para encontrar la inspiración que aguijonee la creatividad.Solo entonces seremos capaces de generar nuevas ideas, ver viejos problemas bajo una perspectiva diferente y establecer conexiones originales.De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Florida comprobó que los estudiantes que pasaban tan solo un semestre fuera de su país obtenían mejores puntuaciones en los test de creatividad que aquellos que se habían quedado estudiando en la misma universidad.
Ganarás autoconfianzaSalir de la zona de confort da un poco de miedo, pero cuando lo hacemos y conseguimos nuestros objetivos experimentamos una increíble sensación de empoderamiento.En práctica, cuando somos capaces de lidiar con situaciones que nos atemorizan un poco, comprendemos que somos mucho más fuertes de lo que pensamos, lo cual refuerza nuestro autoconcepto.Además, a medida que superamos los obstáculos vamos ganando habilidades que pasan a formar parte de nuestra mochila de herramientas para la vida.
Te sentirás más vivoAl salir de la zona de confort conocemos a nuevas personas y vivimos nuevas experiencias.Algunas de esas experiencias no serán positivas pero otras se convertirán en un motor impulsor que nos dé nuevas energías.Pronto descubriremos que esa sensación de vacío desaparece, simplemente porque aprendemos a disfrutar más de la vida.
Envejecerás mejorUn estudio realizado en la Universidad de Texas reveló que salir de la zona de confort nos ayuda a conservar las capacidades cognitivas a medida que envejecemos.Mantener la mente activa y plantearse nuevos retos es fundamental ya que representan una importante fuente de estimulación tanto a nivel mental como social.Por consiguiente, mantenerse dentro de la zona de confort significa estar fuera de la zona de mejora.
¿Cómo salir de la zona de confort sin lastimarnos?
Una vez que sabemos qué es la zona de confort y los problemas que puede causar apegarnos demasiado a los hábitos y cosas conocidas, resulta evidente que es necesario salir de ese círculo vicioso en el que nos hemos metido.
Sin embargo, también es importante mantener bajo control ese nivel de ansiedad, lo cual significa que no hay necesidad de lanzarse al vacío sin paracaídas, podemos salir de nuestra zona de confort dando un paso a la vez, deteniéndonos cuando sintamos que la ansiedad o el miedo comienzan a crecer en intensidad.
Hay personas que pueden salir de su zona de confort dando un gran salto porque pueden gestionar ese nivel de ansiedad.
En todos los casos, el secreto radica en encontrar un equilibrio en el que esa ansiedad por lo nuevo y desconocido genere un estado positivo, no debe hacer que nos sintamos mal.
No es conveniente vivir eternamente fuera de la zona de confort
Es importante salir de la zona de confort, pero tampoco debe convertirse en una obsesión.
De hecho, si cometemos el error de olvidarnos por completo de esa zona de confort caemos en el riesgo de sufrir lo que se llama "adaptación hedonista", que significa que las cosas y experiencias nuevas dejan de impresionarnos y ya no nos hacen sentir vivos pues nos hemos acostumbrado a la descarga de adrenalina que producen.
Por tanto, no tenemos que ver la zona de confort como nuestra enemiga, como muchos gurús del Desarrollo Personal afirman, pues es una oportunidad para crecer pero también un espacio donde reconfortarnos.
Fuentes
Park, D. et. Al. (2014) - The Impact of Sustained Engagement on Cognitive Function in Older Adults: The Synapse Project. Psychol Sci; 25(1): 103-112. Lee, C. S. et. Al. (2012) - On the Cognitive Benefits of Cultural Experience: Exploring the Relationship between Studying Abroad and Creative Thinking. Cognitive Psychology; 26(5): 768-778. Yerkes, R. M. & Dodson, J. D. (1908) - The relation of strength of stimulus to rapidity of habit formation. Journal of Comparative Neurology and Psychology; 18: 459-482.
Fuente: http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia2/ciencia_conscioussociopol393.htm
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