martes, 6 de diciembre de 2022

Dar mucho y recibir poco también cansa.// Hacemos demasiadas cosas al mismo tiempo.

 

Dar mucho y recibir poco también cansa.


Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 06 junio, 2022


Dar y recibir deben estar en equilibrio para que las relaciones sean sanas. Si das más de lo que recibes, sentirás el peso de las consecuencias.
Dar mucho y recibir poco también cansa

Hay veces que tenemos la sensación de que estamos dando y dando pero, sin embargo, no estamos recibiendo. Esto nos suele ocurrir cuando estamos tristes, pues no obtenemos ningún tipo de recompensa tras el acto de dar y acabamos pensando que el mundo no es merecedor de nuestra dedicación. Porque dar mucho y recibir poco, cansa y desgasta.

Si te ocurre esto, lo mejor es abandonar tu puesto y relegar esas obligaciones que te has impuesto, pues es un intercambio que resulta tóxico para ti y que, por lo tanto, destruye tu saludCuando te cansas de dar mucho sin recibir, puede que, incluso, acabes evitando que alguien te ofrezca ayuda. Así, la falta de reciprocidad se acaba alimentando de una espiral de desencanto y de dolor.

Chica abrazando

¿Cómo puedo saber si estoy dando demasiado de mí?

Algo va mal si te estás cansando, si te invade la tristeza, la desilusión o el desencanto y si sientes que lo que haces por la otra persona es una carga cuando no debería serlo. Hay personas que pueden chuparnos, literalmente, la energía.

Es probable que ellos no se den cuenta, por eso siempre es recomendable y necesario armarse de valor y aclarar estas cuestiones. También puede que sí que se percate del tema, pero que le interese mantener la situación. Entonces, lo mejor es poner a prueba ese interés dejando de esforzarnos por satisfacer sus necesidades y ver lo que sucede después.

Una actitud egoísta se ve a leguas, solo necesitamos mirar en la dirección adecuada.

Manos sosteniendo corazones

¿Te amas lo suficiente como para dar mucho con justicia cuando estás recibiendo lo mínimo?

No vale de nada luchar contra viento y marea y dar mucho por una persona que no mueve ni un dedo. No sirve ayudar constantemente a alguien con un trabajo que no está interesado en aprender a realizar. No nos hace bien dar sin recibir.

No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros. La única gratitud sin la que no podemos vivir es la gratitud a uno mismo, pues es el pilar del amor propio y el cimiento de nuestro crecimiento personal.

Mujer mirándose en el espejo

Dar mucho para sentirnos bien

Cuando ayudamos a alguien le estamos ofreciendo una parte muy importante de nosotros. Esto nos enseña a apreciarnos, por lo que es esencial cuidar esta parcela de nuestra vida.

Da mucho. Da poco. Pero da siempre.

Obviamente, no vamos a dar ni a agradecer nada a quien se está aprovechando de nosotros. Eso nos haría sentir necios, a la vez que resulta peligroso para nuestra autoestima y nuestro bienestar.

Por otra parte, dicen que nunca es suficiente el agradecimiento a aquel que no te abandonó en los malos momentos. Por eso, ofrecer buenas palabras, buenos sentimientos, buenos actos y buenos pensamientos para quien nos ayudó en algún momento es muy relevante, ya que esto nos ayudará a recordar el valor de la bondad y del ofrecimiento a los demás.

Amistad

El poder de la reciprocidad y de la gratitud

Solo nos hace falta darnos cuenta de lo que agota y desmoraliza dar demasiado sin recibir nada a cambio para conocer el valor de la gratitud.

La verdad es que podemos agradecer lo que los demás hacen por nosotros de muchas maneras. Podemos hacerlo con una simple sonrisa, con unas palabras o con nuestras acciones. Lo que está claro es que el agradecimiento es siempre una forma de dar o de corresponder por algo que hemos recibido.

La reciprocidad sana es aquella que tiene como base un intercambio que responde a la gratitud. Ofrecer un gracias o cualquier otro acto de recompensa es reconocer que la persona a la que tenemos delante hizo algo que nos produjo felicidad.

El agradecimiento es un importante pilar para nuestro bienestar y para nuestra salud. Su ausencia nos duele y nos frustra, llegando a crear una espiral de lamentos y de quejas que nos hará sentirnos tristes y desilusionados.

Agradecer y ser receptores de gratitud nos hace sentir personas válidas y merecedoras de amor, lo que mantiene nuestra autoestima y nuestro bienestar emocional en buenas condiciones. Tanto en los buenos como en los malos momentos nos reconforta y nos impulsa a seguir dando y, por supuesto, a seguir queriendo recibir.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/dar-mucho-y-recibir-poco-tambien-cansa/?utm_source=facebook&utm_campaign=MCS.ES&utm_medium=post

Hacemos demasiadas cosas al mismo tiempo.


Álvaro Cabezuelo

Escrito y verificado por el psicólogo Álvaro Cabezuelo.

Última actualización: 21 septiembre, 2019

Hacemos demasiadas cosas al mismo tiempo

Vivimos en un mundo que se mueve muy deprisa. El transporte y las comunicaciones entre personas han hecho posible que estemos más cerca que nunca y en el menor tiempo posible.

Cada vez estamos más acostumbrados a una vida llena de pantallas, mensajes, sonidos y conversaciones simultáneas. A la vez que se acortan las distancias, nos sobrecargamos de tareas y cosas por hacer.

Pero, ¿cuáles son las consecuencias de hacer demasiadas cosas al mismo tiempo?

¿Qué ocurre cuando hacemos demasiadas cosas al mismo tiempo?

Lejos de diferencias de género, intentar abarcar muchas acciones a la vez puede hacer que no seamos tan productivos como podríamos ser, si nos concentráramos en un sola tarea hasta finalizarla.

En una sociedad que se ha vuelto cada vez más inmediata, necesitamos respuestas rápidas y cada vez más concisas. En ese mar de información tenemos que seleccionar las tareas más relevantes y concentrar nuestra atención en ellas.

Libreta con apuntes de muchas cosas por hacer

Nuestro cerebro, ese órgano tan maravilloso, tiene sus limitaciones. Al parecer, manejar mucha cantidad de información hace que nos colapsemos y cometamos más errores en la tarea que llevamos a cabo.

El resultado es que, al final del día, podemos haber estado sentados, con la sensación de no haber hecho realmente nada y estar agotados.

Mejor poco y bien que mucho y mal

Para evitar que seamos una especie de veleta a merced del viento, es mejor planificar el día y marcar objetivos realistas, claros y de dificultad moderada.

Por ello, siempre es bueno tener a mano una agenda en la que, sin distracciones, marquemos las tareas que llevaremos a cabo en el día a primera hora de la mañana.

También es bueno catalogar en diferentes categorías las actividades. Un ejemplo de organización podría ser:

  • Trabajo: tareas  realistas a cumplir en el trabajo
  • Social: compromisos, mensajes a familiares/amigos y actualización de nuestros perfiles sociales
  • Ocio: deporte, baile, música, meditación…

Así, si concretamos nuestras tareas y nos organizamos, nuestro rendimiento en cada una de ellas mejorará y no será por encima.

Si queremos hacer todo, no haremos nada

No podemos con todo, es una realidad que debemos asumir. En ocasiones nos ponemos demasiadas metas en un sólo día, que luego no cumplimos.

Y ahí es cuando viene la decepción: ” no lo he conseguido”, “he malgastado el tiempo”, ” no soy capaz de cumplir lo que me propongo”.

Agenda con notas

Es mejor elegir pocas tareas y hacerlas bien. También es importante decir no a aquellas que sepamos que no vamos a llevar a cabo y a compromisos que adquirimos con la gente que nos rodea.

Aunque hay ocasiones en las que tenemos que estar ahí, cuando se trata se compromisos que de ser llevados a cabo en otro momento no implican ningún problema, es mejor dar una explicación sincera y ofrecer una alternativa más realista que sea acorde con nuestras actividades.

Concéntrate en cada paso

Para llegar al final del camino hay que disfrutar de cada paso que damos. Disfrutar con cada pequeño gesto que das para conseguir un objetivo, sin pensar mucho en el resultado futuro, es la clave para lograr hacerlo bien.

Claro que tenemos que mantener la ilusión, pero en muchas ocasiones anticipamos fracasos futuros que lejos de ayudarnos a ser mejor, nos paralizan y hacen que dejemos de intentarlo.

El resultado es que dejamos a medias las tareas, dejando cuestiones sin cerrar. Y ahí es cuando podemos sentir esa ansiedad al tener la sensación de que tenemos algo pendiente en el tintero.

Y cuando se acumulan, tenemos un cocktail de pensamientos tipo ” tendría que haber hecho”, que nos hace menos eficientes y tener la percepción de que la tarea lleva más tiempo del que realmente conlleva.

Recuperar el silencio

En este mundo lleno de estímulos, parece que nos hemos olvidado del silencio. El silencio es una gran oportunidad para ser libres.

Coches, alarmas, anuncios y notificaciones inundan nuestro día a día, haciendo que nuestra mente cambie el foco de atención cada pocos segundos para atender a aquello que suena.

Pero el silencio no sólo es conseguir la calma para nuestros oídos, también es alejarnos de imágenes y olores de ciudad. El silencio es alejarnos por completo de toda estimulación salvo la nuestra.

Necesitamos el equivalente a los bosques protegidos y las marismas para cuidar nuestro ecosistema mental

Por lo tanto, concreta, organiza y practica el silencio para sacar el máximo rendimiento a lo que haces. Y en lugar de tener muchas cosas por hacer cada día, elige aquellas que podrás llevar a cabo.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/demasiadas-cosas-al-mismo-tiempo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario