La huella del dolor social: los efectos del rechazo
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.
Última actualización: 24 diciembre, 2019
Un rechazo, sufrir bullying, ser invisible para los demás, padecer el peso del abandono, sentirse excluido en determinados entornos… El dolor social puede experimentarse de muchas maneras, pero el impacto siempre es el mismo: es profundo y devastador a todos los niveles. Es más, nuestro cerebro vive esas dimensiones emocionales del mismo modo que si sufriera un golpe físico.
Este es un tema que la psicología y la neurociencia lleva muchos años estudiando y poniendo sobre la mesa. La exclusión social es un fenómeno que se da a diario de infinitas formas, pero gran parte de nosotros no las vemos o peor aún, no le damos la importancia que merece. La sufren un buen número de colectivos, desde personas sin hogar, ancianos que viven solos y también niños que padecen las burlas y el rechazo de sus iguales en escuelas e institutos.
Porque el dolor social no resulta únicamente al padecer una ruptura afectiva o al por perder a un ser querido. Este tipo de malestar surge a raíz la interacción interpersonal negativa, ahí donde se atenta contra un principio básico y esencial de nuestro cerebro: la necesidad de una conexión significativa, de sentirnos reconocidos, respetados y apreciados.
La exclusión es un veneno que inocula nuestra sociedad con elevada frecuencia. Nos falta habilitarnos un poco más en empatía, necesitamos también gafas mejor graduadas para ver al invisible, para percibir al que sufre y no pasar sobre él como si no mereciera nuestra atención.
El dolor social, un sufrimiento devastador
A menudo, minimizamos el dolor social. Así, a ese niño que sufre burlas en su colegio solemos decirle que evite darle importancia a esos hechos; al fin y al cabo, un día crecerá y todo lo vivido en esos días de infancia se diluirá en la madurez. Y sin embargo, no ocurre. Porque es común llegar a la edad adulta sufriendo aún el peso de ese ayer donde uno conoció de primera mano lo peor del ser humano.
Este tipo de experiencias no sanan por sí solas dejando pasar los días como quien arranca las hojas del calendario. El bullying, la discriminación, la falta de afecto, el mobbing, la soledad, el racismo, el sexismo, etc suelen afectar a nuestra personalidad. Son experiencias que no desaparecen solo por no pensar en ellas.
Es más, ha podido verse que incluso los pequeños desaires del día a día, esas decepciones que nos dan algunos amigos o miembros de la familia no se olvidan tal fácilmente. El que esto sea así no es capricho, fijación personal o incapacidad para perdonar; en realidad, se debe al modo en que nuestro cerebro procesa este tipo de experiencias. Veámoslo con detalle.
El dolor social se vive del mismo modo que el dolor físico
Hechos como sentirnos excluidos, rechazados o sufrir agresiones verbales, por ejemplo, se procesan del mismo modo que el sufrimiento físico. A esta conclusión es la que llegó un estudio realizado en la Universidad de California, Los Angeles, por parte del doctora Naomi Eisen.
Algo que se pudo ver mediante resonancias magnéticas fue que las personas que sufren dolor social activan muchas de esas regiones que avisan al cerebro de que se está produciendo un impacto físico. El cerebro por tanto interpreta esto como un dolor real, como si hubiéramos recibido un golpe, una quemadura, etc.
Un hecho curioso pero igualmente destacable que debe invitarnos a más de una reflexión.
El sufrimiento emocional puede afectar a nuestra salud
Los moretones, un hueso roto, los cortes o rozaduras en la piel… Todo ello son hechos visibles que a nadie se le escapan. No ocurre lo mismo con el sufrimiento, con ese dolor social que infinidad de personas viven a diario y que pasa completamente inadvertido. Sin embargo, eso sí, va dejando estragos, alteraciones, limitaciones.
Así, estudios como el publicado en la revista Current Directions in Psychological Science y llevado a cabo por el doctor Nathan DeWall nos hablan sobre cómo realidades como el rechazo continuado debilitan nuestro sistema inmunitario.
Aún más, el hecho de no disfrutar de relaciones sociales significativas, ahí donde hay afecto, consideración y respeto, afecta a nuestro sueño nocturno y al riesgo de contraer más enfermedades como alergias, infecciones, etc.
Las personas tenemos necesidad de pertenencia, seamos más empáticos
Las personas somos algo más que un niño que juega, una niña que lee, un hombre que sueña, una mujer que ansía realizarse en libertad y felicidad en la vida. Somos, por encima de todo, seres sociales con necesidades de pertenencia. Ansiamos ser reconocidos, aceptados y valorados por aquellos que tenemos cerca.
Experimentar en algún momento de nuestra vida factores como discriminación, exclusión, soledad no elegida, falta de respeto o intimidación, constituye un auténtico atentado a la convivencia y también a nuestra integridad. Todo ello deja huella permanente, pero a la vez da forma a un sufrimiento invisible que no se aprecia y que diluye en nuestra sociedad actual.
Por tanto, debemos ser más sensibles a estas realidades, poner medios para prevenirlas y canales para atender a quienes hayan pasado o estén pasando por este tipo de circunstancias. Esta es una responsabilidad de todos, una que pasa obligatoriamente por ser más empáticos, más proactivos, más efectivos…
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/huella-del-dolor-social-efectos-rechazo/
Diferencias entre lealtad y fidelidad.
Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.
Última actualización: 01 agosto, 2022
Las diferencias entre lealtad y fidelidad no suelen considerarse; en el lenguaje coloquial, ambos términos se usan de forma indistinta. Por ejemplo, si alguien se mantiene firme en su convicción de que nunca engañaría a su pareja con otra persona, podría decir de sí misma que es muy fiel o muy leal.
No obstante, la definición concreta de cada uno de estos términos desnuda a las diferencias que existen entre ellos. No solo por hablar con propiedad, sino por ajustar los propios valores a lo que se desea ser. Por eso, ¿eres leal o fiel? Vamos a profundizar en este aspecto.
Diferenciación de conceptos
El primer paso para conocer las diferencias entre lealtad y fidelidad es conocer las definiciones de ambas palabras. Aunque tienen ciertos puntos en común, lo cierto es que sus divergencias también son importantes.
Lealtad
La lealtad se define como el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y el honor. La etimología de la palabra proviene del latín, en la que sus raíces son lex, ‘ley’, y -alis, ‘relativo a’.
Por tanto, se puede decir que la lealtad se refiere al apoyo incondicional a una persona, grupo, país, etc., así como el cumplimiento de los acuerdos que se hayan establecido con ellos. Esto, además, se mantiene a lo largo del tiempo y las situaciones, es decir, que la persona leal sigue siéndolo en momentos de dificultad.
Fidelidad
La fidelidad se refiere a la firmeza y la constancia en los afectos, las ideas y las obligaciones de los compromisos que se adquieren de manera voluntaria. Suele utilizarse en el ámbito de las relaciones de pareja.
Por ejemplo, existe la opción de tener una relación monógama y con exclusividad sexual. Si ambas personas se comprometen a seguir esta modalidad de pareja, serán fieles siempre y cuando no rompan con ello.
Las diferencias entre lealtad y fidelidad
Como has podido comprobar en las líneas anteriores, lealtad y fidelidad no son lo mismo. Aun así, vamos a profundizar un poco más en los detalles que las separan para que tengas una visión más concreta de cada una de ellas.
1. Promesas frente a acuerdos
La fidelidad se basa en promesas. Siguiendo el ejemplo de más arriba, una pareja puede prometerse exclusividad y monogamia y serían fieles si lo mantienen. Sin embargo, las promesas se pueden romper o modificar, pues se tiene en cuenta la naturaleza cambiante de la vida.
Por el contrario, la lealtad se basa en acuerdos que fluyen de uno mismo hasta los demás. Es decir, alguien leal a sus ideales afrontará el desafío de replicarlos en sus actos.
2. Consentimiento frente a obligación
Este factor es muy importante a la hora de comprender las diferencias entre lealtad y fidelidad. La naturaleza contractual de la fidelidad lleva consigo la obligación de cumplir las promesas que se han hecho y solo se pueden romper si se anula de mutuo acuerdo.
Por otro lado, la lealtad implica que la persona asume conscientemente una serie de valores y códigos que cumple bajo su propio criterio. Por ejemplo, un médico sería leal a la convicción de sanar a todos aquellos que enfermen y fiel al código deontológico.
3. Confianza frente a respeto
Puesto que la fidelidad se ejerce sobre la base de una promesa, la confianza es esencial para que funcione. De nada sirve prometer algo si la otra persona no confía en que se vaya a cumplir.
Por el otro lado, la lealtad es unidireccional y fluye desde la persona hasta su objeto. Es decir, una persona que es leal a sus amistades las respetará en la medida que mantenga sus actos alineados con sus valores sobre la amistad.
4. Causa frente a individuo
El objeto de la lealtad y la fidelidad también es diferente, como habrás podido intuir hasta ahora. Por un lado, la lealtad suele ir asociada a una causa: si nos enfadamos con nuestra pareja y justo se le muere un familiar, no le negamos nuestro apoyo. En este caso, la causa es el apoyo emocional a los seres queridos.
En el caso de la fidelidad, al tratarse de una promesa, se liga el concepto a lo individual. Se crea un acuerdo o se hace una promesa a alguien, ya sea uno mismo o a otra persona. Ser fiel consistirá en no romper ese acuerdo para no hacer daño al individuo concreto que recibe la promesa.
Como ves, se puede ser leal y fiel, o uno de ellos y no el otro. No obstante, los filósofos aún están discutiendo cuáles son los límites que separan ambos términos, pues aplicarlos a la realidad compleja y cambiante que nos rodea siempre implica excepciones.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/diferencias-lealtad-fidelidad/
Qué es la idealización.
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.
Última actualización: 21 diciembre, 2021
Cada persona posee unas cualidades que pueden ser más o menos afines a nuestra forma de ser. Sin embargo no existe ningún ser humano perfecto y siempre habrá ciertas áreas en las que no estaremos del todo de acuerdo. La idealización puede constituir un lastre para cualquier relación debido a la excesiva carga que coloca sobre la figura del otro.
Tanto si esa imagen irreal se mantiene en el tiempo como si se desmorona al comenzar a intimar, en ningún caso contribuirá a formar una relación saludable. Hemos de ser capaces de ver a los demás tal y como son, amarlos y aceptarlos con sus virtudes y sus defectos. De lo contrario, no nos estaremos relacionando verdaderamente con esa persona sino con una fantasía.
¿En qué consiste la idealización?
Idealizar a alguien consiste en considerarlo un modelo de perfección, exagerando las virtudes de esa persona y pasando por alto sus cualidades menos positivas. De esta forma generamos una imagen bastante alejada de la realidad que puede complicar nuestra relación con el individuo idealizado.
Es cierto que en determinadas circunstancias, como puede ser el inicio de una relación romántica, la idealización es parte del proceso. No obstante, algunas personas presentan una mayor tendencia a idealizar a los demás. ¿A qué se debe?.
Baja autoestima
Cuando no se cuenta con una autoestima adecuada es común tender a valorar en exceso a los demás en detrimento del valor propio. De alguna forma sobredimensionamos aquello que encontramos en otros y que a nosotros nos falta. De esta manera consideramos al otro especial, inalcanzable y perfecto mientras nos sentimos inferiores.
Esta es una situación peligrosa que puede derivar fácilmente en relaciones de dependencia. Si nos consideramos poco valiosos a nosotros mismos mientras ensalzamos las virtudes de la contraparte, rápidamente caeremos en comportamientos sumisos y complacientes.
Perfeccionismo
El perfeccionismo guarda una estrecha relación con la tendencia a la idealización. Eso es debido a la percepción dicotómica que mantienen los individuos perfeccionistas sobre su entorno. Todo es blanco o negro e, igualmente, las personas son fantásticas u horribles. Cuando encuentran a alguien que parece encajar con sus más altos valores, tienden a colocarlo en un pedestal y a ignorar sus fallos.
Anhelos infantiles
Cuando los conflictos de la infancia no se resuelven adecuadamente pueden reproducirse en nuestras relaciones adultas. Buscamos recrear la relación infantil con nuestros padres en la que sentirnos únicos y amados incondicionalmente, en la que nuestras demandas sean satisfechas sin tener siquiera que articular palabra.
En estos casos puede que proyectemos dichos anhelos en las personas con quienes nos relacionamos. Les otorgamos el papel de proveedor todopoderoso y depositamos nuestras más altas expectativas en ellos. Evidentemente, esto no es realista ni saludable y más pronto que tarde aparecerá la decepción.
¿Qué ocurre con la idealización?
La idealización puede desembocar en dos desenlaces diferentes pero igualmente desalentadores. Por un lado es posible que las expectativas irreales asociadas a una persona caigan por su propio peso con el paso de tiempo. Nadie es perfecto, todos cometemos errores y tenemos fallos. Por ello, cuando la venda se cae de los ojos del idealizador puede sentir decepción y una profunda sensación de traición.
Comenzará a pensar que la persona lo ha engañado, que no era lo que parecía ser. Lo cierto es que él mismo la había colocado en un pedestal insostenible y al enfrentar la realidad se verá invadido por la frustración.
Por otro lado puede ocurrir algo completamente opuesto. Para mantener nuestro equilibrio psicológico la personas tendemos a mantener a salvo las creencias que ya poseemos. De esta forma ignoramos toda información que contradiga nuestras ideas y buscamos activamente aquella que las apoye.
Cuando un individuo idealiza a otro puede hacer lo indecible por mantener esa imagen ficticia que le ha asignado al otro en su mente. Para ello recurrirá a mil excusas y justificaciones de forma que pueda evadir los fallos que comienzan a hacerse patentes en el otro. Igualmente ensalzará sus virtudes más allá de lo positivo que verdaderamente puedan tener.
Si deseamos establecer una relación saludable es necesario que nos libremos de estos velos y miremos de frente a la persona en su totalidad. Hemos de aceptar sus aciertos así como sus errores, asumiendo que es humana y queriéndola en su imperfección. Solo de este modo el vínculo será real.
¿Es posible salir de la idealización?
Teniendo en cuenta que la idealización funciona muchas veces como un mecanismo de defensa, para salir de ella lo primero y tal vez lo más importante es reconocer que está presente en la forma en la que construimos nuestros vínculos con otras personas. Algunos de estos consejos pueden llegar a ser de utilidad para empezar a construir relaciones más sanas y realistas:
- Trabaja en el autoconocimiento. Indaga en ti mismo para identificar el origen de esta tendencia a idealizar a otros e intenta reconocer las causas por las cuales este comportamiento se ha mantenido en el tiempo.
- Así mismo, analiza objetivamente qué es aquello que más valoras en los demás y, hasta que punto, la presencia de esas características te hace soslayar los aspectos negativos. Por ejemplo ¿le das prioridad a la belleza por encima de otras cualidades de la personalidad?, ¿te resulta más importante que haya gustos e intereses en común que el trato que tiene una persona hacia ti? Confrontarnos con estas preguntas hará que veamos de otra forma nuestros vínculos cercanos y que evaluemos hasta qué punto hemos idealizado a otras personas.
- Fortalece la autoestima. Si la idealización aparece por que tienes una baja autoestima, será de gran importancia que empieces a trabajar en la forma en la que valoras tus propias cualidades y virtudes. Una autoestima sana hará que veamos a los demás con objetividad y justicia.
- Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/que-es-la-idealizacion/
"el hecho de no disfrutar de relaciones sociales significativas, ahí donde hay afecto, consideración y respeto, afecta a nuestro sueño nocturno y al riesgo de contraer más enfermedades como alergias, infecciones, etc."
ResponderEliminarTal cual, así estoy: insomnio, alergias e infecciones recurrentes... Entorno demasiado hostil que mi pobre cuerpo intenta procesar.
Buen día anónimo, es el mundo en que vivimos, separados, cada uno con sus miserias, necesidades personales y falta de tiempo.
EliminarMás preocupados por lo personal que lo que se puede disfrutar viviendo en paz.
Cuidate, que el avatar es muy importante en todo este proceso personal y colectivo, evolutivo. No lo uses como paragolpes.
Gracias por tu amable respuesta.
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